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Después de terminar mi día de escuela, Lydia, mi novia, me preguntó si quería ir a su casa para estudiar y pasar más tiempo juntas. Obviamente, he contestado que sí, porque ¿cómo puedo decirle que no a Lydia de todos modos?
Como no tenía mucha tarea y clases para estudiar durante el resto de la semana, todo fue bastante rápido, incluso más desde que nos ayudabamos entre sí. Ya era casi un hábito, ayudarnos en ir con Lydia a su casa después de la escuela, al menos cuando no estábamos con la manada.
Lydia estaba arreglando su escritorio mientras yo iba a la cocina a preparar un té para Lydia y otro para mi. Estaba acostumbrada a estar en su casa y ella me dijo incontables veces que su casa también era mía, podía tomar un refrigerio o beber si quería sin tener que preguntar. Al principio, era difícil acostumbrarse, pero ahora ya no me importaba.
Volvi con las dos tazas de té caliente y le sonrei a mi novia que estaba acostada en su cama mientras esperaba que regresara. Lydia me devolvió la sonrisa y me dijo que fuera a su cama a acostarme con ella mientras el té se enfriaba.
Estábamos hablando de un poco de todo, de lo que íbamos a hacer mañana después de la escuela o tal vez ir a una cita de película el sábado por la noche, pero notó que Lydia solo respondía evasiva.
— ¿Qué pasa? — Le pregunte a mi novia que me miraba, parecía sorprendida por mi pregunta.
— Nada, solo estaba pensando.— Ella me lo dijo, pero mi ser curioso quería saber en qué estaba pensando Lydia.
— ¿Pensando en qué? — Pregunté curiosamente.
— Estaba pensando en cuánto te amo. Ya sabes, Hayley, eres especial para mí. Siempre has sido tú y estoy feliz de ser tu novia. — Dijo Lydia, sonriéndome amorosamente.
— Deja de ser tan linda. — Dije, antes de abrazar a mi novia — Además yo tengo suerte de que seas mi novia. — Agregué justo antes de besar la mejilla de Lydia.
