Tacos.
Resoplé, quitándome las sábanas de encima, con mi abdomen más prominente por estar embarazada de siete meses. Me sentó y miré a mi novio sin camisa, profundamente dormido, casi sintiéndome mal por tener que despertarlo. Casi.
Lo sacudí suavemente: — Theo.
Él gimió y levantó la mano para apartarme.
— Theo. — Dije y lo sacudí con fuerza sólo para que él repitiera su acción anterior. Puse los ojos en blanco y lo hice rodar sobre su espalda y conecté sus labios con los míos.
Rápidamente me devolvió el beso, inclinándose conmigo cuando se separó.
— Quiero tacos. — Dije cuando sus ojos se abrieron y él inclinó la cabeza hacia un lado.
— ¿Qué?— Dijo con voz ronca.
— Quiero tacos. — Dije de nuevo y él se recostó.
— ¿No puedes esperar hasta la mañana?
— No. — Dije tirando de él hacia arriba. Theo dejó escapar un grito falso.
— Vamos nena. — Miró el reloj y sus ojos se abrieron de par en par al ver la hora. — Ada, ¿son las tres de la mañana y quieres tacos? — Dijo mirando de nuevo a mis ojos de cachorro suplicante.
Asentí y su rostro se suavizó cuando sus ojos se encontraron con los míos.
— Ok, te traeré tacos.— Dijo él levantándose de la cama y poniéndose la chaqueta, subiendo la cremallera y cogiendo las llaves.
— Gracias. – Dije extendiendo su mano para que la tomara. Él tomo mi mano y se inclinó hacia delante para darme un beso en la frente.
Treinta minutos después.
Theo entró con una bolsa de Taco Bell llena. Entró en la habitación y me vio en la cama. Le di una sonrisa y estiré mis manos para tomar los tacos.
Se rió y colocó la bolsa sobre la cama y se quitó los zapatos. Se subió a la cama junto a mi y sacó uno de los tacos, entregandome uno.
— Siento haberte despertado por los tacos. — Dije y él sonrió.
— Está bien, después de que lo mencionaste también quería. — Dijo y se rió de mi.
– Te amo. — Me incliné para besar su mejilla. — No más que a los tacos, por supuesto.
Theo soltó una carcajada, contagiandome.