Impregnación.

El Portal de Anubis. Conociendo a Jeket. 8/45

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Destellos de luz, se pierden ante mi oscuridad.

La habitación de la meditación, es conocida en el templo como "El cuartel de los presagios". El designio de su residente, es aquel trazado por sí mismo. Aquí se demuestran grandes pruebas del espíritu, enfrentaran su mayor destreza al lidiar con su karma, por acciones realizadas, culpas ocultas, sus demonios internos, dolor, resignación, desgracias, todo aquello que es considerado una atrocidad, y que los conlleva a sentirse sucios, impuros, inferiores, con sed de venganza.

Sus pies son lavados, su ropa es despojada y cambiada por una túnica, sus cabellos es amarrado por una soga y sus manos, son atadas con una cinta dorada y brillosa como el resplandor del mismo cielo, es el momento de la verdad.

Al cerrar sus ojos, empieza a sentir que le falta la respiración, su pecho se agita, empieza sudar, el cuerpo tiembla. –"Concéntrate y sopórtalo, mantén la calma, no te agites, yo estoy aquí". –Palabras dichas por el sumo sacerdote. De pronto una voz gruesa se le oyó mencionar su nombre.

– "Patriarca Yiling". Y un olor similar producido por el humo, realmente muy fuerte se esparce en a habitación, el espectro estaba entre ellos.

.- ¡Manifiéstate! – se le oyó decir a su protector.

No necesito presentación, (dijo la voz siniestra). - Sabes bien quien soy.

.- No sé quién eres, debes preséntate si quieres hablar.

Tú, me has traído hasta aquí, como puede ser posible que no reconozcas al todo poderoso, al "Emperador de las Sombras". Mi reino es aquel de los cuerpos sin vida, el de los muertos que deambulan sin el perdón. – yo soy el rey de la Legión de todos los caídos.

.- Tu Nombre, ¿Cómo te llamas?

¡Demonio, Patriarca Yiling! – qué más da, soy el único temido por todos.

¡ Ya no más! – tú, ya no estás en este reino y debes irte. Te ordenó que te vayas, y abandones el cuerpo de este hombre. De pronto una carcajada se oyó muy fuere, como un estruendo que remece las paredes y los mismos cielos.

.- ¡Jamás!.

Este soldado, me brindo hospedaje, este cuerpo me pertenece. ¡No pienso nunca abandonarlo!

-¡Ya no!, debes dejarlo libre, él ha renegado de ti, ya no te necesita.

¡Absurdo! .-

Eso es lo que tú crees. El hombre que poseo, es un ser libidinoso, que goza del placer sexual hasta sentirse extasiado; Es un ser celestino, lleno de estímulos y pasiones insanas, quien se desposa con la lujuria ante el placer que este le ofrece.

Es tan ladino como los bajos instintos, al desear ser tocado todas las noches, por quien es el hombre que ha caído bajo su hechizo de seducción. Ama el placer, goza al revolcarse entre las gramas de un campo húmedo, gime, gime como una fiera al desatar sus pasiones y sentir el orgasmo, al complacer su cuerpo.

_ ¿Cómo podría pensar en ser purificado?.- No pierdas tu tiempo, él es mío, sus hazañas para cobrar venganza, me han hecho portador de su libertad. – Es mi esclavo eterno, no abandonaré este mundo tan fácilmente.

- ¡Lo harás!.

Yo te condensare en el tiempo, y volverás a la oscuridad de donde nunca debiste salir, no habrá ningún portal que te permita ingresar, serás polvo, cenizas, para no más resurgir.