seis.

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Había pasado una semana desde que llegué a Tokio después de aquella horrible misión, a pesar de que mi estado no era tan malo, decidió que lo mejor sería que me abstenga de ir a otras misiones en ese periodo de tiempo. Estaba acostada en la cama de Nanami, escuchando como él y Ieiri hablaban, mirando al techo. Mañana era domingo de nuevo, ambos esperaban ansiosamente para ver de nuevo a sus queridos, y yo, como de costumbre, evitaba por completo el tema cuando me preguntaban a dónde iría. "Oh, a ningún lado, no tengo familia cercana." No, quizá "Probablemente de un gran paseo de la cafetería a mi habitación con el guardia." 

— ¿________?

— ¿EH? — dije finalmente reaccionando — Perdón Ieiri...— suspiré

— ¿Estás bien? Te ves un poco muerta — dijo ella tan delicada como siempre. 

— De maravilla — sonreí forzosamente, poniéndome de pie.— Los dejo ya, muero de sueño, ¡diviértanse mucho mañana!

Abracé a ambos con fuerza antes de salir, caminé lentamente por el pasillo, lo alumbraba una tenue luz que realmente no revelaba mucho de su alrededor. Movía con lentitud mi cuerpo, intentando alargar el tiempo que me tomaría llegar a mi habitación, no quería que fuese domingo, era mi día menos favorito de los siete. Estaba convencida de que algún hechicero, allá fuera, probablemente tenía un ritual que le permitía alentar el tiempo, lo envidiaba.

— ______-chan. — dijo una grave voz masculina. Detuve mis pasos. y giré mi cuerpo, encontrándome con...

— ¡Geto-kun! — dije sonriendo — Hola. 

— ¿Saldrás mañana? — dijo él, directo al grano. Sentí mis mejillas arder un poco, realmente no esperaba su pregunta. Seguramente ya sabía que no salía los fines de semanas porque no tenía a nadie a quien ver, suspiré pesadamente, bajando la mirada.

— N-no, realmente yo no...— dije con voz baja.

— Sal conmigo. — dijo él, alcé la mirada de golpe, alcanzando a ver cómo esbozaba una media sonrisa. — Hay un café al que he querido ir hace mucho, pero no me apetece ir solo. Si no tienes un plan mañana, me gustaría que vinieras conmigo. 

Me quedé en silencio unos segundos, sin saber qué decir. Geto era muy agradable, de eso no había duda, pero no éramos tan cercanos cómo para sólo salir. ¿Será una cita? No, imposible. Geto no se ve así, ¿deberia preguntarle? ¡NO! Sólo voy a volver incómodas las cosas. 

— ¡Hola, hola! — dijo Gojo rodeando el hombro de Geto, sacudiéndolo un poco — ¿Interrumpo algo? — me miró. Le devolví la mirada, sólo para apartarla rápidamente.

— Saldré contigo Geto. — dije decidida, mirándole. — El café suena bien.

Gojo soltó a Geto, cambiando de inmediato su postura. Su sonrisa desapareció lentamente, pero realmente no me fijé en eso. 

— Perfecto, te veo en la entrada a las 9, ¿si? — dijo Geto, sonriendo.

(...)

Esa noche, abrazando aquella cobijita, dormí como un ángel. A pesar de lo encantadora que era, era momento de que regrese con su dueño. El lunes se la entregaría a Yaga-sensei. Me desperté a las 7am, me di un relajante baño, para después arreglarme. Llevaba una falda larga que me había regalado Ieiri, un top negro y botas del mismo color, que quedaban muy bien con el color rojo vino de la falda. Mis manos sudaban, y mi cabello parecía simplemente no acomodarse por más cosas que le pusiera encima. Suspiré pesadamente, rendida. Daba igual, el viento probablemente lo arruinaría de todos modos. Metí lo necesario a mi bolsa, y finalmente estaba lista.

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora