La pálida mano de Gojo se aferraba a mi muñeca, apretando con la fuerza suficiente para impedir mi huída, sin lastimarme. Apreté los ojos con fuerza, evitando a toda costa juntar mi mirada con la suya.
— _______...por favor, por favor...— dijo él débilmente, con voz decaída, ojos pesados.
Inhalé un poco de aire y con fuerza aparté mi mano, librándome del agarre de Gojo, su mano cayó suavemente a su costado, juraba que su mirada intensa estaba a nada de penetrar mi alma, pero le dí la espalda, manteniéndome quita, en silencio por un segundo.
— Dormiré en la habitación de Megumi. Buenas noches. — dije cortante, intentando no demostrar la tormenta de emociones que sentía dentro. Salí de la habitación sin dar vuelta atrás, Gojo se mantuvo en silencio hasta que cerré la puerta. Rápidamente me dirigí al cuarto de Megumi, donde rodeada de soledad, pude dejarlo todo salir. Cubrí mi rostro con mis manos al cerrar la puerta, recargándome sobre ella. Solté un pequeño y ahogado grito antes de colapsar, caí de rodillas, apoyando la mitad superior de mi cuerpo con mis manos con tal de no caer. Las lágrimas poco a poco humedecían el suelo de madera
El dolor que sentía se había vuelto físico, mi pecho me dolía, mi cabeza palpitaba, mi cuerpo estaba débil. Caminé como pude hasta llegar a la cama de Megumi, donde me lancé rendida, finalmente dejando descansar mi desgastado cuerpo. Me cubrí completamente con las cobijas, sin dejar de llorar, sin poder ignorar el dolor que me provocaba aquel vacío que había dejado Gojo. En momentos como este, deseaba que jamás hubiera regresado, que hubiera seguido con su vida, escondido, desaparecido.
(...)
Pasó una semana, tranquila, afortunadamente. Megumi había regresado a la escuela con más energía que de costumbre, sin embargo, su concentración sólo pareció mejorar. El entrenamiento de Megumi fue perfecto, logró liberar sus shinigamis sin mucho esfuerzo. Sonreí satisfecha, chocando las palmas con él. Sentí una mirada sobre mí, rápidamente encontrando al culpable. Caminé hacia el hombre que nos observaba atentamente desde las gradas.
— ¿Todo bien, Yaga-sensei? — dije dedicándole una leve sonrisa, él me veía con seriedad.
— Tienes una misión. — dijo él firme, cortante. — Serás la encargada de evaluar a Yu Haibara.
— ¿El de segundo? — dije intentando ubicar su rostro entre los demás estudiantes, cerrando los ojos con fuerza.
— ¡El amigo de Nanami! — dije emocionada al finalmente saber de quién hablaba, Yaga-sensei asintió con la cabeza.
— Utahime lo ha recomendado al entrenar con él en la prefectura de Kyoto, necesito que tú lo asesores en una última misión antes de ascenderlo a segundo grado — dijo Yaga
Asentí con la cabeza, acatando sus órdenes, rápidamente me despedí de Megumi, dejándolo con Ieiri, quien afortunadamente podría echarle un ojo hoy. Me puse el uniforme, tomé lo necesario, y me dirigí rápidamente a la entrada de la escuela, donde Haibara me esperaba paciente.
(...)
— ¡Me alegra mucho que me hayan asignado contigo, ________-senpai! — dijo él con una enorme sonrisa, le devolví el gesto, terminando de colocar la cortina que protegía al resto de la población. Nos encontrábamos en el centro de Tokio, afortunadamente, no mucha gente rodeaba el lugar a esta hora.
— Un museo huh...— dije observando el lugar de donde emanaba la energía maldita — No quiero decir que me sorprende, pero definitivamente no lo esperaba — dije entrando, seguida del alegre pelinegro
— Nanami me ha dicho que eres muy talentosa — dijo él, completamente ignorante de sus alrededores, le dediqué una mirada seria, Haibara rápidamente entendió la situación, enfocándose en la misión. — ¿Cómo sabremos cuál es el objeto maldito?
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déjame ir (gojo satoru x lectora)
Fiksi PenggemarGojo Satoru y ______ Osaki, ambos estudiantes del Colegio Metropolitano de Magia de Tokio. Sus habilidades eran superiores a las de sus compañeros, pero, a pesar de sus similitudes, no se atrevían ni a compararse con el otro. Una historia donde el...