veinte.

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Escuchaba la voz de Satoru llamarme desesperado, pero sabía que gritar en mi estado me causaría un dolor innecesario, y probablemente ni siquiera podría gritar lo suficientemente alto para que me escuche. Suspiré pesadamente, tensando con fuerza la quijada, levanté mi mano hacia la punta de la pantalla, y concentrando mi energía maldita, la lancé hacia el cielo, en un intento de revelar mi ubicación. Si eso no funcionaba, probablemente nada más lo haría. Seguía caminando hacia la dirección donde había escuchado los gritos de Satoru. Iba a un paso lento, pero seguro. Todo estaba bajo control, hasta que de repente, el otro desconocido sujeto apareció frente a mí, a unos 10 metros de distancia. 

— Vaya, vaya...Qué tenemos aqu- — pero antes de que pudiese terminar su frase, un fuerte estruendo se deshizo de él, sonreí aliviada al ver a Satoru correr hacia mí después de haber terminado con él. Sus ojos derrochaban preocupación, miedo.

— Estoy bien...— dije en voz baja, intentando calmarlo un poco. 

— ¡No, no estás bien! — dijo acelerado, rompiendo mi blusa un poco más para poder ver mi herida con claridad. — ¿Era un alma maldita? — dijo él, mirándome, noté que ahora llevaba la venda que le había regalado, no pude evitar sonreír llena de ternura. 

— Satoru...— dije en voz baja, no quería decirle la verdad, porque sabría que se volvería loco, pero mentir simplemente no era una opción. Usé mi dedo índice para bajar con suavidad su venda, descubriendo un ojo, me arrepentí un poco al ver cómo embarraba un poco de mi sangre en su rostro — Necesito que venga Shoko — dije, él tragó aire, sabía perfectamente lo que significaba mi respuesta, aunque no se la había dado directamente. 

— Ya le he llamado. No ha de tardar, estarás bien — dijo él, tomando mi mano, besándola con cuidado. — Todo va a estar bien...

Asentí con la cabeza, Satoru me acostó con suavidad en el suelo, pasando su mano sobre mi frente, limpiando el sudor que la recorría. Mi cuerpo se sentía frío y cálido a la vez, tembloroso, sentía escalofríos que simplemente no paraban.

— Satoru...— dije en voz baja, él me miró atento, quitándose la venda de los ojos para verme bien. — N-necesito probar el mochi de anko...— dijo con un hilo de voz, intentando mantener mi sonrisa. Él rió, limpiando las solitarias lágrimas que recorrían sus mejillas, a pesar de lo mucho que se había esforzado para que no las note, lo hice. 

— Lo haremos, te lo prometo...Cuando te recuperes me aseguraré de eso — dijo él, besando mi mano con fuerza. — Te lo prometo...— dijo con voz temblorosa. 

Mi mirada comenzó a nublarse, Satoru se veía borroso, mis párpados comenzaban a pesar. Sentía mis ojos cerrarse en contra de mi voluntad. Escuché los gritos de Ieiri a la distancia, rogando para que me mantenga despierta, pero no pude evitarlo. Mi cuerpo ya no podía más. 

(...) 

Abrí los ojos lentamente, la fuerte y blanca luz que inundaba aquella habitación provocó que me ardiera la mirada. Poco a poco mis ojos se acostumbraron a la luz, noté que estaba en la enfermería, sobre una incomoda y fría camilla. Ví una figura sentada a mi lado, una figura masculina

— S-satoru...? — dije estirando mi mano hacia él.

— No, es Geto...— dijo mi amigo, recibiendo mi mano con calidez — Satoru se acaba de ir, Yaga lo ha obligado a llenar un reporte. — dijo él, acariciando mi mano, intentando calmarme — Pero ya le llamo.

— N-no...— dije con voz débil — No quiero apresurarlo con el papeleo...

— ¿Cómo te sientes? — dijo él, mirándome

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora