treinta y tres.

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Había pasado poco más de año y medio desde la muerte de Haibara. Había sido difícil para todos aquellos que éramos cercanos a él, sin embargo, el más afectado había sido Nanami. Poco después de graduarnos, decidió dejar la vida de hechicero a un lado, para conseguir un trabajo "real", o al menos esas fueron sus palabras. Shoko estaba destrozada, pero se le pasó rápido, realmente no era una persona muy sentimental. Los antiguos estudiantes de tercero que decidimos seguir ejerciendo hechicería, nos volvimos maestros. 

— Osaki-san — dijo el dijo el director Gakuganji, llamando mi atención. 

Entré a su oficina. Poco después de graduarme, tomé la decisión de transferirme a la prefectura de Kioto, la escuela hermana de Tokio. Megumi definitivamente me resintió un poco al dejarlo con Gojo, pero lo entendió. Se había vuelto sumamente maduro en tan poco tiempo, probablemente por todas las tragedias que siempre lo rodeaban. Me senté frente al director, quien me dedicó una mirada seria y con aires de superioridad. No era para nada como Yaga-sensei.

— Utahime-san me informó sobre el incidente en su misión especial. — dijo él, seriamente. 

— ¿I-incidente...? — dije completamente confundida. Hasta donde yo recordaba, todo había salido bien. 

— Sí, interferiste. — escupió las palabras — Y al hacerlo, afectaste su desarrollo como hechicera. 

— ¿Q-qué? ¿La afecté al salvándole la vida? — dije alzando la voz, ganándome una amenazadora mirada del parte del viejito ante mí. Suspiré y bajé la mirada, negando con la cabeza. — ¿Que se suponía que debía hacer? ¿Dejarla morir? 

— Los hechiceros fuertes sobreviven. — dijo él, con un tono frío, sin emoción alguna. — Puedes retirarte. 

Sin decir más, salí de su oficina. Cerré la puerta, apretaba los puños con fuerza mientras me dirigía a mi habitación. Lo odio, lo odio, lo odio. Odiaba estar aquí, odiaba el ambiente, odiaba todo sobre Kioto. Me había aferrado tanto a la idea de ser la persona que lo cambiaría todo que tomé decisiones impulsivas. 

Antes de poder entrar a mi habitación, una suave voz me llamó. Me giré hacia ella, quien me veía con pena. 

— L-lo siento, _______-chan, no creí que fuera tan malo salvarme..— dijo Iori, jugueteando con sus manos, evadiendo mi mirada.

— No lo es. No lo sientas, te salvaré las veces que sean necesarias. — dije sonriendo, entrando a mi habitación, ella me devolvió el gesto, antes de irse de ahí.

Me recosté sobre mi cama, finalmente relajándome después de un largo día. Suspiré mientras sacaba mi celular de mi bolsillo, marcando aquel número. Esperé impaciente a que Megumi contestara, después de varios largos, eternos pitidos, escuché su voz. 

— Hola, ________-chan — dijo Megumi, con aquel tono tan serio que había adaptado de forma tan repentina, sin embargo, y a pesar de no verlo, podía sentir su sonrisa. 

— Hola Megumi-chan — dije sonriendo — ¿Qué tal todo por allá? — dije retorciéndome en la cama, intentando encontrar una posición lo suficientemente cómoda, fallando por completo. 

— Aburrido, los entrenamientos con Gojo son aburridos, y usualmente está ocupado — dijo él, exhalando pesadamente, sonreí nostálgica 

— ¿Ocupado? Supongo que tiene muchas misiones, Megs...— dije intentando hacerle entrar en razón, Gojo era el hechicero de categoría especial más fuerte, era obvio que lo mandarían a las misiones más complicadas. 

— ¿Misiones? Pffff, no me hagas reír — dijo él sarcástico — Citas — dijo de la nada. — Parece ser su nuevo pasatiempo. 

Me quedé en silencio por un par de segundos, con los ojos bien abiertos, sin realmente saber qué contestar. Fruncí el ceño. ¿Citas? ¿Tan rápido? Bueno, realmente habían pasado dos años desde que estábamos juntos oficialmente, pero ¿tan rápido?! 

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora