catorce.

17.2K 1.7K 608
                                    

— ¿Me concedes esta pieza? 

Mi cuerpo se congeló por un milisegundo, sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo al poner mi mano sobre la suya. Gojo me puso de pie con un leve jalón, pegándome por completo a él. Jamás habíamos estado así de cerca, aún tomando en cuenta los eventos anteriores. Me hacía feliz estar tan pegada a él sin necesidad de estar a punto de morir, al pensar en eso, no pude evitar reír. 

— ¿Te da risa cómo bailo? — dijo el, arqueando una ceja.

— N-no...— dije ahogando mi risa. — Es sólo que...esto es muy extraño. — Gojo me dio una pequeña vuelta para después atraparme, obligándome a verlo a los ojos. 

— ¿Qué cosa? — dijo él, en un susurro. — No es la primera vez que estamos tan cercanos. — dijo él, juguetón

— Es la primera sin estar en una situación de vida o muerte — dije alzando los hombros. 

— ¿Crees que por eso lo he hecho antes? ¿Porque he estado a punto de morir? — rió él, aún sin dejar de moverse al ritmo de la suave, y lenta música. 

Bajé la mirada, no sabía que contestar. Algo dentro de mí me decía que no, que aquellos momentos, en el acuario, antes de rescatar a Kuroi, habían sido un producto de la adrenalina. Pero en el fondo quería creer que no, me parecía muy imposible fingir algo...así. 

— Ya que no me crees...— dijo él, en un suave susurro. 

Tomó mi rostro con sus largas y pálidas manos, estaban frías. Me obligó a verlo directamente a los ojos, y sin un previo aviso, me besó. Fue un beso lleno de paz, tranquilidad, no desesperación por sentir algo antes de morir. No. Esto fue...diferente. Rodeé su cuello con mis brazos, a lo que Gojo bajó las manos a mi cintura, pegándome más a él. Nos separamos un poco para tomar aire, pero no pasó nada antes de que Gojo me besara de nuevo, esta vez sonriendo entre beso. 

— Si muero ahora...moriría en paz. — dijo él, en voz baja. Su tono era suave, y...sincero. Sonreí para besarlo una vez más, en cuanto sentí sus labios, sabía que me sería imposible dejar de desearlos, se convertiría en una adicción que debería aprender a controlar. Pero eso no importaba en este momento, sólo quería disfutar. 

— ¡Sorpres...oh dios...— escuché la voz de mi mejor amiga interrumpir aquel privado momento, Gojo y yo nos separamos lentamente, ambos sonrojados, riendo.

— Olvidé decirte que los invité...— susurró en mi oído, ignorando por completo los gritos de Shoko, quien amenazaba a Gojo de no hacerme nada. —...Quería tenerte para mí un rato, antes de que vinieran, ya sabes.

(...)

— ¡Bien, ________! ¡Es hora de tus regalos! — dijo Ieiri, dejando un par de cajas frente a mí. Abrí los ojos como platos, agitando hacia los lados las manos frente a mí, como en negación. Ellos insistieron sin cesar, y al final, siendo 4 contra uno, terminé aceptando. 

— Ese es mío. — dijo Shoko entregándome una pequeña caja. Le dediqué una sonrisa, abrí la caja y desenvolví el objeto que se encontraba dentro de ella. — Es un álbum de fotos. 

Comencé a hojear aquel libro, repleto de fotos que ni siquiera recordaba habían sido tomadas. Las primeras páginas estaban llenas de fotos de Nanami, Shoko y yo haciendo...nada importante, en realidad. Muchas de ellas fueron tomadas sin mi conocimiento, lo notaba por la cara tan deplorable que tenía en la mayoría, sentí mi corazón estrujarse al ver cómo poco a poco incorporaban fotos de Gojo y Geto. A pesar de que no llevábamos tanto tiempo siendo muy cercanos, ya eran mis amigos, y Nanami y Shoko habían aprendido a quererlos también. Le dí un fuerte abrazo a mi mejor amiga, susurrando un suave "gracias" en su oído, dejé el álbum de lado, y observé a Nanami, quien estiraba sus manos con una pequeña bolsita morada. Reí un poco por la adorable presentación y la tomé, la abrí con cuidado de no romper nada, incluyendo la bolsita, a pesar de que todos decían que era basura. 

— Nanami...— dije sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas al sacar un adorable monedero de gatito de la bolsa — ¡Es el mejor regalo del mundo! — me lancé sobre él con un fuerte abrazo

— ¿EH?! — dijo Shoko ligeramente ofendida por mi reacción tan diferente a la de su regalo. — Como sea...¿Quién sigue? — dijo ella

— Yo. Toma, _______-chan. Felices 18. — dijo Geto, con una leve sonrisa tan característica de él, entregándome una caja de mayor tamaño a las anteriores, ligeramente más pesada. Abrí la caja, y removí el papel que envolvía el regalo...Me había quedado sin palabras. — Se la he robado a Gojo. — dijo él, casualmente. 

— G-geto...— dije suavemente, sacando de la caja aquella cobija gris que Gojo me había prestado aquel día, él miró a su mejor amigo confundido, pero con una enorme sonrisa. 

— Cuando Gojo me contó toda la historia detrás de ella, entendí lo que significaba para tí. Así que se la robé y..ahora es tuya — dijo él, firme, tranquilo. 

Le dirigí una mirada a Gojo, como pidiendo aprobación por el regalo. Él asintió la cabeza repetidamente, a fin de cuentas, Geto me había dicho que era su cobija favorita y ni mencionar que había confesado haberla robado, pero definitivamente sería de mis regalos favoritos. Gojo la tomó, envolviéndome con ella. Sentí el aroma de aquel albino envolverme, nunca me había sentido más protegida en mi vida, tan feliz. Estaba rodeada de personas que amaba, y que me amaban. Era sin duda el mejor cumpleaños del mundo. 

(...) 

Un par de horas después, no sabía lo que estaba pasando, había caído dormida, pero sentía mi cuerpo moverse bruscamente. Abrí un poco los ojos, para ver a Gojo cargándome como costal de papas, caminando hacia un par de autos que estaban estacionados. 

— Gejo, Nanami y yo iremos con Ijichi, maneja con cuidado, si le pasa a algo te asesinaré — escuché la voz de Ieiri, tan fría como siempre. — ¡Nos vemos en la escuelaaaa! — dijo ella, para después subirse a un auto e irse junto con los demás.

Escuché a Gojo despedirse de ellos, y seguir caminando hacia otro auto. Yo seguía fingiendo que estaba completamente dormida, no sabía que me gustaría tanto que me carguen, pero definitivamente lo estaba disfrutando. 

— Hora de irnos, princesa...— dijo él en voz baja, muy baja. Sabía que lo había dicho porque creía que estaba dormida, pero no pude evitar sonrojarme, intenté ocultar mi sonrisa. Dio un par de pasos más, sentí la puerta trasera del auto abrirse, y a Gojo dejarme suavemente en el asiento de atrás, aproveché ese momento para rodear su cuello con mis brazos y besarlo. Él, desprevenido, cayó encima de mí, ocupando todo el asiento de atrás. Al caer y sentir todo su peso sobre mí, dejé salir un pequeño gemido. Gojo me miró a los ojos, su expresión era seria y a la vez sorprendida. 

Ninguno de los dos dijo nada, pero las palabras sobraban en un momento como este. Gojo comenzó a besarme, la desesperación aumentaba a través de sus besos, bajaba más y más las manos, apretándome en un intento de pegarme más a él, pero era imposible. Se despegó de mi y rápidamente cerró la puerta del auto, poniéndose encima de mí una vez más, recargando todo su peso en sus dos brazos, que rodeaban mi cabeza, me dedicó una mirada sedienta. 

— No haré nada que no quieras. — dijo él, mirándome con honestidad

— Quiero todo...— dije suavemente, pasando mis dedos por su blanco y suave cabello, le quité sus lentes, dejándolos en un lugar del auto donde no les pasaría nada, pasé mis manos por su abdomen, y como si me hubiese leído la mente, Gojo se quitó la camisa. 


Por un momento creí que me arrepentiría, que mañana Gojo volvería a ser el mismo cretino arrogante que había sido durante tanto tiempo, pero en sus besos, en su agarre sentía algo diferente...Sentía sinceridad. Sentía algo, después de tanto tiempo de no hacerlo. Las consecuencias, si es que habían algunas, no me podían importar menos. Satoru y yo nos derretimos sobre el otro. Y era lo único que me importaba en ese momento.

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora