nueve.

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— ¿Tan rápido te rindes? 

Mi gesto se torció por la arrogancia. Rodé los ojos y me acerqué a él, lentamente, sin apartar la mirada de la suya. Estiré el brazo, golpeándole suavemente el pecho con la cobija que sostenía. Él la miró, volvió a subir la mirada, sin decir nada. 

— Geto me dijo que era tuya. — dije cortante, esforzándome por mantener la mirada. Gojo esbozó una leve sonrisa, para después levantar el brazo tomando la cobija, al hacerlo, la piel de nuestras manos rozaron, pero, mi cuerpo me pedía a gritos que me separe rápidamente, pero algo más dentro de mí me lo impedía, inspirada aún más por el hecho de que Gojo tampoco había quitado la mano. Los vellos de mi cuerpo se erizaron. Escuché los pasos lejanos de los guardias acercarse más y más a nosotros, solté la cobija, eliminando por completo el contacto con Gojo, bajé la mirada. 

— Sigo creyendo que eres un pervertido por haberme seguido hasta el techo..— dije recordando todo el evento de la cobija. 

Me di media vuelta y bajé rápidamente las escaleras sintiendo por fin el efecto de mis mejillas ardiendo. Estaba a punto de dar la vuelta a la esquina al camino que me llevaría directo a mi habitación, cuando sentí una mano tomarme de la muñeca. Tragué aire, reaccionando bravamente. 

— ¿Q-qué te pasa, Gojo?! — dije frunciendo el ceño, visiblemente molesta. 

Él no se molestó en decir nada, me jaló de la muñeca hacia las escaleras una vez más. No podía quejarme, ni gritar, porque si nos escuchaban los guardias ambos estaríamos perdidos. Gruñé y me dejé arrastrar por él, quien simplemente nos metió a su habitación. 

— Estás loco, de verdad, ¿qué te suc...— al girarme, lista para gritarle de todo, pude apreciar la corta distancia que había entre él y yo, especialmente entre nuestros rostros. Podía sentir su cálido aliento sobre la punta de mi nariz, juzgando por la rapidez en la que se subía y bajaba su techo, pude notar que estaba agitado. Probablemente yo estaba igual por dentro, pero por fuera intentaba mantener la cordura. 

— ¿Qué hacías en la escuela esa vez? — dijo en voz baja, mirándome fijamente. Odiaba sus ojos, eran demasiado...azules, era imposible no ponerse nerviosa cuando te veía así. 

— Y-yo...— dije, pero las palabras no podían salir. Realmente no tenía ni una razón que no me hiciera sonar como una adolescente deprimida con una historia trágica — ¿Tú que hacías aquí? ¿Me estabas espiando? — dije volviendo a fruncir el ceño una vez más. Él sonrió, relajándose un poco más. Se dio la vuelta, finalmente alejándose de mí, permitiéndome respirar y recuperar la cordura. 

— No tengo a nadie a quien visitar. — dijo sentándose en la esquina de la cama, relajado — ¿Clan Gojo? Soy el único. 

Gojo sonreía como si lo que dijo fuese cualquier cosa, inclinó su cuerpo hacia delante, recargándose en sus rodillas con sus antebrazos, cerró los ojos, probablemente para no cansarse tanto. Todos estos años técnicamente viviendo juntos en la escuela, y jamás había notado que Gojo nunca se iba. Todos se iban. Shoko, Nanami, incluso veía a Geto subirse a algún carro de vez en cuando. ¿Pero él? No. Suspiré, caminé lentamente hacia él, sentándome a su lado. Abrió los ojos y me miró fijamente. 

— Yo tampoco tengo a nadie para visitar — sonreí — Una vez al mes voy al cementerio a visitar a mi madre, pero eso es todo — dije echándome — Pero es una buena salida, suelo sentirme bien después de ir. 

— ¿Bien? Podría suponer que sería difícil. — dijo él acostándose también, quedando a la misma altura que yo. Sentí el colchón hundirse a mi lado, moviéndome un poco hacia él. Intenté ignorar aquello. 

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora