Al día siguiente, desperté para encontrarme al pequeño pelinegro mirándome, sentado al lado de la cama. Cuando abrí mis ojos, él saltó emocionado. Sonreí al verlo, tallando mis ojos al bostezar mientras intentaba despertar por completo.
— Buenos días, Megumi-chan — dije con un tono cariñoso, él saltó en la cama, aplastándome
— ¡Buenos días! ¡Vamos a entrenar! — exclamó elevando su peluche de ranita por el aire, reí sorprendida. Creí que sería lo último que querría hacer.
Me encerré en el baño, me puse el uniforme y recogí mi cabello, lista para entrenar con él. Pasamos rápidamente a su habitación para dejar su pijama y conseguirle un atuendo más cómodo, lo esperé afuera de la puerta mientras él se arreglaba. Caminé lentamente, dudosa hacia la habitación de Gojo, que se encontraba justo al lado, me paré frente a la puerta, alzando la mano con intención de tocar, pero Megumi, quien salió de su habitación dando emocionados brinquitos, me distrajo.
— ¿Gojo-sensei nos acompañará? — dijo él mirando su puerta.
— N-no...— dije bajando la mano, sonriendo de lado — Seguramente sigue descansando, seremos tú y yo hoy. ¿Estás listo? — dije mirándolo, él gritó fuertemente, resaltando su energía.
(...)
Habíamos estirado, y calentado por un par de minutos en el amplio y verde campo.
— Y ahora las puntas de nuestros pies...— dije realizando la acción, observando como Megumi batallaba un poco para alcanzar las suyas.
— N-no puedo...— dijo con la voz entre cortada por el esfuerzo que le tomaba estirarse.
— Es porque eres muy alto, no te preocupes por eso — reí, poniéndome de pie. Megumi me imitó. — Ahora...hoy veremos tu condición. ¿Ves esto? — dije agitando un pañuelo rojo frente a él, él asintió animado — Bien...tendrás que quitármelo — ordené para después atorar el pedazo de tela en el cinturón de mi uniforme.
— ¿Quitártelo? ¿Y ya? — dijo él, demostrando su decepción.
— Sí, sólo eso. Suena sencillo, ¿no crees? — dije estirando mis piernas por última vez
— ¡Demasiado! — bufó.
— Okay, prepárate. En sus marcas...listos....¡fuera!
Megumi se abalanzó hacia mí, corriendo con todas sus fuerzas, pero fácilmente lo esquivé, realizando un sólo movimiento. Él bufaba rendido cada vez que no lograba tomar el pañuelo, un par de intentos después, y ya harto, juntó sus pequeñas manos, formando un par de alas con sus dedos y con el ceño fruncido, exclamó:
— ¡Nue!
Y sin previo aviso, un pequeño pájaro, quien voló rápidamente hacia mí. Sin duda alguna, podía deshacer su hechizo con facilidad, pero decidí no hacerlo. Merecía esta victoria, era importante elevar su confianza a una temprana edad, y no había mejor oportunidad para hacerlo que esta. Fingí ignorancia, dejando que la diminuta ave tome el pañuelo rojo, dejándosela en la mano a Megumi antes de desaparecer, soltó un pequeño y agudo grito, lleno de emoción, celebrando su victoria.
— ¡Bien hecho! Te subestimé...— dije, inflándole el ego. — Ahora vamos a desayunar, ¿te parece?
Él sonrió, asintiendo múltiples veces con la cabeza. Después de una corta celebración, Megumi tomó mi mano y nos dirigimos a la cafetería, los demás estudiantes nos dirigían miradas confundidas, pero lo saludaban como si se tratáse de otro estudiante más. Megumi los saludaba igual, como si fueran sus amigos de toda la vida.
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déjame ir (gojo satoru x lectora)
Hayran KurguGojo Satoru y ______ Osaki, ambos estudiantes del Colegio Metropolitano de Magia de Tokio. Sus habilidades eran superiores a las de sus compañeros, pero, a pesar de sus similitudes, no se atrevían ni a compararse con el otro. Una historia donde el...