cuatro

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Gojo y yo, después de otros 20 minutos de viaje, llegamos al hotel en el que, si todo sale bien, nos hospedaríamos por un par de horas. 

— Hola...tenemos habitaciones reservadas a nombre de Masamichi Yaga — dije a la recepcionista del hotel. 

— Bienvenidos que sí, parece que tienen la habitación número 77. — dijo ella, con una enorme sonrisa.

Gojo, quien estaba hace unos segundos demasiado ocupado observando el lugar, se acercó a nosotras rápidamente.

— Dijo ¿Habitación? ¿Singular? ¿Una sóla? — interrogó él, la recepcionista sonrió nerviosa y nos mostró el dedo índice mientras revisaba nuevamente la computadora frente a ella. 

— Así es, caballero. A nombre de Masamichi Yaga, una habitación doble por dos días y una noche. ¿Es correcto? — dijo ella, amablemente

— M-me temo que sí...— dije en un susurro — Muchas gracias. 

— No hay problema, aquí tienen su llave, ¡ojalá disfruten la estadía, tórtolos! 

Me congelé al instante ante la despedida de la recepcionista, mi ojo temblaba del estrés, pero decidí sonreír amablemente y seguir de largo, cargaba mi maleta caminando delante de Gojo, subía las escaleras, hasta que llegamos al piso que nos correspondía.

— Creo que aquí está la habita...— dije mirando a Gojo, quien estaba demasiado entretenido viéndome el trasero. 

— ¿QUÉ CREES QUE HACES?!

— ¡N-no, y-yo....! — tembló él.

(...)

— ¿Qué te ha pasado en el rostro, Gojo-san? — dijo Ijichi mirándole fijamente. Gojo sólo alzó los hombros, sin dirigirle la mirada, yo bufé. — En fin, supongo que eso no es importante por ahora. Parece que la maldición se encuentra por esta zona...— dijo Ijichi, apuntando a un viejo edificio, rodeado por alambre de púas.

— ¿Es una penintenciaría? — dije acercándome un poco más.

— Así es, evacuaron a la mayoría de prisioneros que residían ahí, sin embargo, no hemos podido localizar a cuatro de ellos. Su tarea hoy es sacarlos de ahí, así como exorcizar la maldición de ser posible. Si la maldición supera sus habilidades, deberán huír de inmediato. Es una orden directa de Yaga-sensei.— dijo Ijichi-san. 

Habíamos entrado a aquel horrible lugar, cada rincón desprendía demasiadas emociones negativas y por ende, una cantidad anormal de energía maldita. Gojo y yo entramos en silencio, observando con cuidado nuestros alrededores. Había sangre embarrada en las paredes, el suelo, por todos lados...

— ¿Q-qué habrá pasado aquí? — dije en voz baja, cuidando de no pisar la sangre. 

Seguimos avanzando, hasta que llegamos a una habitación que parecía no tener más caminos. 

— No hay nada aquí, vámon...— dijo Gojo, pero se quedó en silencio. 

— ¿Qué pasa? — dije girándome hacia él.

— La puerta...ya no está. — dijo él, apuntando a una pared completamente sellada, sin rastro de que puerta alguna. 
Me acerqué a él y después de un par de segundos, llegué a la peor conclusión de todas.

— ¿Crees que sea un...

— Área innata — dije, interrumpiéndolo. — Eso significa que la maldición está cerca. — dije girándome hacia él, quedando de frente. 

— Podemos usar energía maldita para destruír las paredes, pero aún hay personas aquí, asi que no pod...

Gojo se quedó callado, congelado. Y al ver su mirada, y al sentir escalofríos por todo mi cuerpo, yo también me quedé helada. A sólo un par de centímetros de distancia, justo entre Gojo y yo, se encontraba aquella maldición. Mirándonos en completo silencio, alimentándose de nuestra reacción. 

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora