treinta y seis.

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A la mañana siguiente, después de una dulce y romántica noche, el día empezó de forma caótica. No había mejor forma de empezar el día que con un agudo y ensordecedor grito de Megumi. Gojo y yo despertamos de golpe al reconocer la voz del pequeño Fushiguro, sólo para verlo parado en la entrada de mi habitación, con una enorme sonrisa. Cubrí mi torso semi-desnudo con la cobija, sintiendo mis mejillas arder. Gojo le dedicaba una sonrisa victoriosa a Megumi, quien aparentemente estaba en shock.

— Eso significa que tú...— dijo apuntándome. — y tú...— apuntó a Gojo...— están...

Satoru se mantuvo en silencio. Me dedicó una mirada confundida, temerosa por no saber qué decir. Reí levemente, agachando la mirada. 

— Estamos juntos de nuevo, algo así — le dije a Megumi, sintiendo a Gojo estremecerse a mi lado.

El pequeño pelinegro gritó nuevamente, para después salir corriendo y lanzarse a la cama con nosotros, abrazándonos nuevamente. 

— Jo, y yo que venía preparada para burlarme de Gojo...— dijo Shoko entrando a mi habitación con una bolsa que olía a comida, apagando su cigarrillo antes de pasar por la puerta. Ella sonrió ampliamente, dedicándome una mirada cómplice. 

Sabía que no juzgaría, es más, de todas las personas presentes, probablemente Shoko era la más feliz de mi regreso con Gojo. Por algo era mi mejor amiga, después de todo. 

Después de platicar un rato, de escuchar a Megumi gritar, y a Ieiri quejarse sobre su vida amorosa, tanto ella como Megs decidieron irse para darnos oportunidad de alistarnos. Cuando cerraron la puerta, Gojo se dejó caer nuevamente en la cama, suspirando pesadamente. Reí asomándome desde el baño mientras cepillaba mis dientes. 

— ¿Quéj sujede? — dije con la boca llena de pasta, Gojo rió.

— No tengo ganas de hacer cosas de hechicero hoy...— dijo él, dedicándome una suave mirada. Se veía feliz, a pesar de lo que decía. 

Dejé mi cepillo en su lugar y me acerqué, me senté sobre él, recargando mis manos sobre su pecho. Inclinándome lentamente hacia él, sin acercarme lo suficiente como para pegar nuestros labios, pero sí para estremecerlo. Gojo dejó salir un suave, inocente gemido. 

— ¿Sabes qué te espera hoy en la noche si eres responsable? — dije con voz seductora, en un susurro.

Satoru sonrió ampliamente, de un cuidadoso empujón me quitó encima, volando a ponerse su ropa, reí observando cómo se movía con rapidez, tambaleándose al ponerse sus zapatos. Una vez listo, se acercó a mí, plantando un inocente y rápido beso en mis labios.

— ¡Ten un lindo día, nos vemos en la noche! — dijo al salir corriendo por la puerta, pero antes de siquiera poder comenzar a vestirme, abrió la puerta nuevamente, asomando su cabeza. — Te amo, _______.

— Te amo, Toru. — sonreí, ahora sí, perdiéndolo de vista. 

(...) 

Mientras Gojo tenía dos misiones hoy, el día pintaba ser bastante tranquilo para mí. Afortunadamente era una época tranquila, no había muchas maldiciones a pesar de ser pleno invierno, en el momento no pensé mucho sobre aquello. Debí haberlo hecho. 

Me encontraba con Ieiri en el supermercado, comprando diferentes cosas para la fiesta sorpresa de Megumi, era su cumpleaños número 9. Había pasado mucho tiempo separado de él, pero Ieiri afirmaba que era fanático de los animales, específicamente ranas y lobos. Realmente tenía sentido, ya que eran dos de sus shinigamis. Compramos lo necesario para hacer sushi, pastel, así como globos, confetti y otras decoraciones. 

déjame ir (gojo satoru x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora