Un par de minutos después, Ijichi se encontraba estacionado afuera de la escuela, en aquel icónico carro negro que todos automáticamente asociábamos con él. Corrí hacia él, subiendo al auto por mi cuenta, sin esperar a que él abra la puerta como de costumbre. Él se limitó a reír.
— ¿Qué la tiene tan feliz hoy, señorita ________? — dijo él, mirándome por el pequeño espejo superior.
— Acabo de tener la mejor idea del mundo, no te lo vas a creer...
Y así, durante los más de treinta minutos de camino, le conté sobre el pequeño proyecto que tenía en mente, y la razón que me había llevado a realizarlo, después de escuchar atentamente, me dio más ideas, sugerencias, e incluso tips para llevarlo a cabo.
Finalmente llegamos a nuestro destino. Bajé del auto, Ijichi bajó su ventana para hablar
— Estaré pendiente a su llamado, señorita ______.
— ¡N-no! — dije rápidamente — No conozco este sitio...y realmente aún no sé qué materiales necesito — dije apenada, bajando la mirada — ¿Podrías ayudarme con eso? ¡Sólo si no tienes nada mejor que hacer! — dije muriendo de vergüenza, no quería que Ijichi dejara de lado ninguna tarea importante, pero realmente no sabía ni por dónde empezar, y por todos los consejos que me había dado, supuse que él sí. Para mi buena fortuna, él aceptó. Suspiré aliviada y dí pequeños saltitos mientras él salía del auto, acomodando su traje. Lo tomé del brazo y nos adentramos a una enorme plaza comercial, para mí eso era como un nuevo planeta, algo completamente desconocido. No era mi primera vez en una plaza, pero sí la primera en muchos, muchos años. Observé todo el lugar, girando con mi cuerpo entero. Ijichi sonreía.
Me quedé quieta, no sabiendo hacia dónde ir.
— Sígame, por aquí. — dijo él, comenzando a caminar. Yo, sin soltarme de él, simplemente lo seguí.
Entramos a una tienda donde vendían telas, Ijichi tocaba y sentía la textura y el material de cada una, mientras que yo simplemente caminaba por los pasillos, observando todos los colores de telas, y distintos tipos de ellas que había. No sabía que esto sería tan complicado, pero si todo salía bien, valdría cada centavo y esfuerzo.
(...)
— ¿Es resistente? Necesito que sea muy, muy resistente...— comenté, Ijichi estiraba con dedicación y propósito cada pedazo de tela muestra que las empleadas le habían dado, llevábamos más de media hora ahí y no encontrábamos nada que nos pareciera suficiente. Caminé a la esquina de la tienda, donde un enorme rollo de tela negra con una textura...particular llamó mi atención. Miré a mi alrededor, y una vez segura de que nadie estaba segura, liberé un poco de energía maldita en la tela. Tragué aire sorprendida al ver que el material estaba intacto.
— ¡Ijichi! — grité, él vino corriendo hacia mí. — ¡Toca eso!
Y al hacerlo, y estirar la tela con fuerza, sonrió satisfecho. Llamamos a una de las empleadas, quien nos dedicó una sonrisa nerviosa al haberle pedido esa tela en específico.
— L-lo siento, caballero, señorita. Esa tela es...especial...No está a la venta. — dijo con voz nerviosa.
Ijichi y yo nos detuvimos unos segundos, y finalmente entendimos.
— Ohhhhhh. — dijimos él y yo, al unísono.
Ambos, en casi perfecta sincronía, sacamos nuestras identificaciones, las cuales destacaban perfectamente nuestros puestos como hechiceros. La señorita suspiró aliviada y se disculpó por el malentendido, Ijichi le proporcionó una cantidad específica de tela, y pasamos al mostrador. Pagué, y después de recoger un par de cositas más que eran sumamente necesarias, era hora de volver a casa. Antes de subir al carro, sentí mi estómago rugir fuertemente, causándome cierta molestia. Abrí los ojos, Ijichi escuchó.
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déjame ir (gojo satoru x lectora)
FanfictionGojo Satoru y ______ Osaki, ambos estudiantes del Colegio Metropolitano de Magia de Tokio. Sus habilidades eran superiores a las de sus compañeros, pero, a pesar de sus similitudes, no se atrevían ni a compararse con el otro. Una historia donde el...