INEVITABLE//FINALIZADA

III

MARINETTE:

—Creo que no necesito presentarlos, ¿verdad? —pregunta Kagami, tomando el brazo de su ahora conocido como prometido mientras nos mira, sonriente.

Como Adrien no reacciona, me obligo a actuar con normalidad y fingir una sonrisa.

—Adrien, que gusto volver a verte, cuánto tiempo ha pasado —respondo, alargando una de mis manos en su dirección.

Él parpadea un par de ocasiones antes de sonreír de la forma más forzada posible, correspondiendo mi saludo.

—Lo mismo digo Marinette —responde, tirando sutilmente de mi mano para besar mi mejilla.

Ese simple contacto me pone nerviosa, demasiado.

—Siéntense por favor —les indico, aprovechando el tiempo que tengo en rodear el escritorio para recomponer mi postura e intentar asimilar todo lo que me está pasando en menos de veinticuatro horas.

Cuando me siento frente a ellos, mantengo mi vista principalmente en Kagami, aunque ahora que sé que Adrien es su prometido y que yo me acosté con él hace unas horas, verla se me comenzaba a dificultar.

—La ceremonia será en dos meses, tenemos algunas cosas cubiertas pero queremos que tú diseñes mi vestido y su traje —explica ella. —Queremos una boda con una mezcla de nuestras culturas.

—Eso es maravilloso.

Imaginarme la ceremonia me ayudaba a despejar un poco mi mente.

[...]

Cuando la pareja se va, me dedico a empezar con los diseños pedidos.

Kagami me había pedido dos kimonos, uno completamente blanco y algo sencillo para lo que sería la pedida de mano, y el de la ceremonia, que debía ser más elegante, blanco con algunos detalles en rojo y dorado.

Era la primera vez que diseñaba algo parecido y no quería fallarle a mi amiga.

No más de lo que ya lo había hecho.

Quizá si me engañaba lo suficiente, podría creer mi propia mentira de que no recordaba nada y que todo había sido culpa del vino.

Quizá si estábamos embriagados y no lo había notado.

Y con el tiempo, eso quedaría en el pasado.

Mañana vendrían para ver los colores para el traje del novio.

Si él podía fingir que no había pasado nada, yo también lo haría.

[...]

Busco el celular en mi bolso para poder atender la llamada entrante mientras bajo las escaleras. Sin fijarme de quien se trata contesto, llevando el dispositivo a mí oreja.

—¿Hola?

—¿Cómo está la mujer más hermosa de toda Francia? —reconozco su voz al instante y sonrío ladinamente.

—Luka, pensé que no tendría noticias de ti hasta más tarde —le respondo, volviendo la vista al frente. Detengo mi andar cuando lo veo, sosteniendo su celular contra su oreja y en la otra mano sujeta un pequeño ramo de flores.

Sonrío plenamente cuando lo veo y me apresuro a llegar hasta donde está, dejando que me levante unos centímetros del suelo durante el abrazo.

—¿Qué haces aquí y por qué no me avisaste? —le reprocho antes de aceptar el ramo de flores.

—Quise darte una sorpresa —respondió, besando fugazmente mis labios. —Pensé que salías más temprano.

Rodea mi cintura con uno de sus brazos mientras caminamos a su motocicleta.