XXIII

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MARINETTE:

Dos horas después Adrien hace su dichosa aparición, con las manos en los bolsillos y un gesto despreocupado.

-¿Qué tal?

Pregunta en cuanto me ve, ignorando mi mirada incrédula y molesta.

Corrección, estaba furiosa.

-¡¿Qué tal?! ¿Es lo único que tienes que decir?

Le reprocho, aún más enfadada por si indiferencia.

-¿Qué más esperas que diga?

Arquea una ceja mientras me analiza de pies a cabeza.

-Una disculpa por ejemplo.

Me cruzo de brazos, dolida por su actitud tan... diferente.

-Bien, lamento llegar tarde.

Responde, aunque no creo que lo lamente realmente. Abro la boca para reprocharle algo más, pero no tiene caso empezar una discusión que seguramente no tendrá un desenlace que me agrade, por lo que solo me resigno a suspirar en rendición y guardar mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

-¿Y para que me citaste aquí?

Interrogo, pero no me responde de momento. Toma mi muñeca y se adentra al bar que aún sigue abierto a pesar de que ya es tarde. Nos guía por el establecimiento hasta la barra, donde se sienta en el taburete y yo hago lo mismo a su lado.

Ordena algo para comer y dos cervezas, donde él no dice nada por varios segundos, solamente me observa hasta que abre la boca para hablar.

-¿Qué esperas que suceda entre nosotros?

Indaga con curiosidad, cruzado de brazos.

-No lo sé.

Respondo sinceramente, ya que no tenía idea del rumbo de lo que sea que sucede entre nosotros.

-No voy a cancelar mi boda por ti.

Auch.

-No espero que lo hagas.

Y si no lo espero es por Kagami, ella merece ser feliz.

Él suspira y le da un sorbo a su bebida para después pasar su lengua por los labios y regresar su mirada a la mía.

-Cuando te conocí en preparatoria éramos buenos amigos, pero siempre me gusto ese lado determinante y seguro de sí mismo que tenías- y yo siempre estuve enamorada de ti- cuando nos rencontramos seguía teniendo esa idea sobre ti, fue divertido en un principio e incluso llegue a pensar que lo que sentía por ti en preparatoria había resurgido.

¿Por qué tenía el presentimiento de que no me va a gustar lo que tenga que decir?

-¿A qué quieres llegar con todo esto?

-Quiero aclarar lo que ambos sentimos- responde, agradeciendo cuando dejan las papas fritas frente a nosotros pero ninguno come- ¿tú que sientes por mí? ¿O que crees sentir por mí?

Bueno, esta no era la forma en la que pensé que le diría sobre mi enamoramiento.

-Siempre estuve enamorada de ti, desde que te conocí.

Me escondo en mi bebida al sentirme patética cuando él no responde.

-¿Y ahora?

Su interrogatorio me desconcierta.

-No estoy muy segura.

Y si no lo estoy es por sus cambios de actitud, por su frivolidad al dirigirse hacia mí y por hacerme sentir cómo una simple diversión para él.

INEVITABLE//FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora