18. Debo estar positiva.

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Cada beso hacía que el deseo en mi crezca mas y mas, no me daba un respiro, el hacía que cada suspiro se convirtiera en gemido, lo sentía sonreír sobre mi piel, cada vez que mi espalda se arqueaba, sus caricias me estaban volviendo loca, mi cabeza se perdía por sus dedos mágicos.

Sin previo aviso mis piernas comenzaban a moverse, al parecer lo que me estaba haciendo Bruno me estaba haciendo efecto en todo el cuerpo. De repente el tobillo y el abdomen comenzaron a dolerme muy fuerte, tanto que sentía que mi piel se estaba rasgando, pero no iba a romper esta atmosfera con mis estupideces, no le daría a demostrar a mi ángel que estaba sufriendo. Quería que él se relajara de todo el estrés que ha estado pasando estos últimos días. Volvió a mis labios y los besaba con desenfreno, me besaba en la nariz en el mentón y en el cuello, sentí como acariciaba con suavidad mis senos, sé que este momento lo estaría disfrutando mas si el dolor no se estuviera intensificando cada vez que me arqueaba o apoyaba mal el pie.

Puedo aguantar - Me dije a mi misma.

El iba a desabrocharme el sujetador cuando de un momento a otro se detuvo en seco. Lo miré sorprendida, su cara tenía un gesto de dolor y preocupación.

- ¿Qué pasa mi amor? - La voz que salió de mi garganta, era una muy desconocida, estaba débil y temblorosa.

- Eso debería decirlo yo - Me respondió con un hilo de voz - Mi cielo... estas llorando,

¿Qué?

Toqué mis mejillas y me sorprendí mucho cuando las sentí húmedas. Estaba llorando a cantaros.

¿Cómo no me había dado cuenta hasta ahora?

Me las limpié lo más rápido que pude y traté de calmar mi voz, para que no me saliera rota cuanta hablara, no quería preocuparlo y mira como mi propio cuerpo me traiciona.

Gracias cerebro.

- Perdón, no quería que te sintieras obligada, lo siento mucho. - Agregó con mucho arrepentimiento.

Con cuidado me senté en la cama, le sostuve el rostro y lo obligué a mirarme, ya que había agachado la cabeza por vergüenza, lo miré con mucha dulzura, así entendería.

- Tengo el mismo o más deseos de hacer el amor contigo que tu conmigo, pero... mis heridas aun no sanan, y me están molestando. El tobillo y el abdomen específicamente. - Le avisé con precaución.

- ¿Pero por qué no me dijiste? - Me reprochó.

- No quería arruinar este momento tan especial. Te veías tan feliz... - Agaché la cabeza, no podía mirarlo, por un ridículo dolor que a mi cuerpo le antojó sentir.

El se puso de pie y salió de la habitación, oh no, se enojo tanto que ahora no quiere ni verme, no lo culpo, van dos veces que no podemos hacer el amor por mi culpa, cualquier hombre se pondría así o peor. Lo siento mi querido Bruno, en serio no quería que esta hermosa noche se arruinara por esta maldita estupidez.

Por cierto, el dolor se está poniendo más intenso.

Mis piernas se movían pero no tanto como quería, tengo que intentar ponerme de pie para poder buscar mis pastillas, algo que me calme este inmenso dolor que me ha comenzado. Lentamente me acerque a la orilla de la cama para bajarme pero, en ese instante entró Bruno con un vaso de agua y dos pequeñas cajas.

- ¿Qué haces? - Le pregunté con curiosidad.

- Atendiéndote por supuesto - Me dijo como si tuviera que ser obvio para mí.

- Pero.. creí que estabas enfadado. - No quería mirarlo a la cara.

Se agachó frente a mí y me miró a la cara, con esos ojos llenos de un intenso cariño. Me acarició el rostro, se notaba que estaba preocupado, no entiendo como él estaba así tan tranquilo después de lo que le hice.

Amor escondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora