Taylor parecía más que seguro que yo saldría de este lugar, me quedé mirándolo algo confundida, ¿Qué sabe él que yo no? Al darse cuenta que dijo algo que no debía decir, me miró con arrepentimiento y rogando que no preguntara nada, eso sería difícil ya que estoy demasiado curiosa. Él es policía y puede enterarse de cualquier cosa que pase en este lugar, el destino de los encerrados también. Ahora que me ponga a pensar, ¿Cuál sería el rango de Taylor en este lugar? No se me había ocurrido esa pregunta hasta ahora.
- ¿Qué eres aquí? O sea ¿Cuánto poder tienes en este lugar? - Se me quedó mirando extrañado. Puedo estar segura que estaba esperando otra pregunta.
- ¿A que viene la pregunta? - Su mirada expresaba confusión.
- No me respondas con otra pregunta. - Le reproché.
- Pues... Soy un policía. - Dijo sin más.
- Lo sé. - Quería más información pero le preguntaré lo que realmente quiero saber. - Esta bien, dejare ese tema aparte... ¿Por que tienes tanta seguridad de que saldré de este lugar?
Antes de responder, me miró fijamente, en un intento de descifrar lo que en mi mente estaba deambulando.
- No tengo seguridad Gabriela, es que no eres culpable, y eso tarde o temprano se va a saber, ojalá sea temprano. - Eso dice, pero estoy segura que algo sabe y no me quiere decir.
- ¿Por que mientes? -. Le pregunté.
- No miento. Y por favor come, no quiero que de tu estómago salga un león y me coma por entretenerte. - Escuché mi estómago exigir comida otra vez. ¿Cómo es que no escucho estas cosas?
Lo mire por unos segundos y luego tomé el tenedor. La cena igual que la comida estaba sabrosa, le indique con un gesto de la mano que podía comer también, no lo pensó ni dos segundos para quitarme el tenedor, tomar el cuchillo y cortar un trozo del bistec. Nos terminamos la cena en silencio, no me sentía incomoda, en muchas ocasiones cuando nadie habla se siente la tensión en las personas, pero con él no era el caso, me sentía cómoda compartir el silencio con Taylor. Me sirvió un vaso de soda, nos refrescamos los dos bebiendonos la jarra completa.
- Gracias. - Susurré.
- ¿Por qué? - Él se perdía con mucha facilidad, lo tenia ni idea de lo que hablaba.
- Por la compañía Taylor. - Le sonreí.
- A eso. No deberías agradecerme, lo único que hago es comerme tu comida. - Dijo entre pequeñas risas.
- Me ayudas a terminarla, yo no me comería todo lo que me trae Bruno. Espero que sea cual sea la decisión que tome el juez, podamos seguir siendo amigos. - El me miró con ternura.
- Claro Gabriela. -. Sonrió.
Otra vez nos quedamos hablando por un buen rato, a el lo van a votar del trabajo por estar pasándoselo con una "delincuente" cuando se lo comenté se rió a carcajadas. Me gustaba escucharlo reír, no se, me provocaba una paz interior, el sonido me decía que tuviera esperanzas. Sacó unos naipes de su bolsillo trasero y nos pasamos horas jugando, su celular sonó como cuatro veces mientras jugábamos. De momento a otro el me hacia alguna pregunta, que como era mi vida antes de todo este embrollo, que como eran mis amigos conmigo, como era Bruno como novio, el me prestaba atención como si fuera el mismísimo presidente. Yo también le hacía una que otra pregunta, en estos momentos estaba soltero, decía que ninguna mujer lo aguantaba por más de una semana, me lo encontré extraño, porque además de sexy y bien parecido era muy carismático.
- ¿Estás lista para el juicio? - Me preguntó a las doce de la media noche.
- Creo que no lo estaré nunca. Porque aunque me lo niegue a mi misma tengo esperanzas, estar esperando el juicio me da un pequeño brillo de esperanza de que puede que salga de este lugar, pero después que pase este plazo de tiempo, puede que quede aquí por un largo tiempo, ya luego de ese tiempo no tendré algo de que aferrarme y no derrumbarme. - Fui sincera.
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Amor escondido
RomanceGabriela Smith cuando tenía 17 años tuvo un accidente automovilisco, esto provocó que ella perdiera la memoria y olvidara a todos sus seres queridos, entre ellos, sus padres, sus amigos y a su novio de dos años. Tiempo más tarde ella recupera alguno...