29. Viaje... Más Confuciones

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Solo me falta un poquito más para llegar a ese hombre, quiero verle la cara a toda costa. Él sigue hablando por su celular y se escucha muy enojado. Cuando estaba a punto de estar cerca de él, dos personas se me atravesaron en el camino, para pedirme indicaciones del lugar.

- Sus maletas las pueden buscar, allá en frente - Señalé el lugar. - Y el baño podrán encontrarlo si siguen aquel pasillo derecho y luego doblan a la izquierda.

- Gracias señorita. - Me agradeció la mujer con su dos niños en manos.

- No hay de que.

Al terminar de indicarle, miré nuevamente en la dirección en donde estaba aquel hombre misterioso, pero no estaba ahí, ahora se encontraba mucho más lejos de lo que estaba antes. ¿Por qué los hombres caminan tan rápido? Traté de seguirle el paso pero este salio y entro directamente a un auto que lo esperaba afuera. Tenía muchas ganas de verle el rostro, su porte se parecía mucho a el de Bruno, pero de una manera no tan elegante, si no como rebelde, también este llevaba el pelo más corto del que lo tiene mi querido Ángel.

Bueno... Me Quedaré con la curiosidad para siempre. Me apure en ir por mis cosas y tomarlas, salí a paso firme para poder tomar un taxi e irme rápidamente a la casa de mis padres, pero por cosas de la vida, no había taxi desocupado por ningún lado. Me senté en un banca para ver si algún taxi se desocupaba, pero pasó una hora completa y nada.

Mi celular comenzó a sonar en mi bolsillo. Lo tomé y conteste.

- ¿Si?

- Creí que venías a visitarnos, no ha quedarte ahí sentada. - Mi madre hablaba con un tono divertido. Me puse de pie y mire a cada lado pero no la veía.

- ¿Me estas viendo? ¿Dónde estás?

- Debes mirar al frente, y podrás ver nuestra vieja furgoneta. - Hice lo que me dijo, y justamente, un poco escondida detrás de otros autos, pude ver la vieja crossover de mi padre. ¿Qué hace mi madre manejando? No, más importante, ¿Mi madre sabe manejar?

Tomé mis cosas, y camine hacia donde estaba mi madre, la mire con confusión, ella me devolvió la mirada con diversión, le causa gracia mi confusión. Puse mi pequeña maleta y la maleta de mano en la parte de atrás y me subí justo al lado de mi madre y cerré la puerta , la saludé con un beso y ella se introdujo en el tráfico.

- ¿Desde cuando manejas, mamá? - No me iba a quedar con la curiosidad con esto también.

- Desde que te mudaste a otra ciudad querida. - Contestó con calma. - Pues... Mi hija me dejo para irse a estudiar, debía aprender a conducir, no iba a tener a tu padre como chofer toda la vida, ¿o si?

- No. ¿Quien te enseño? Porque puedo estar segura que no fue papá. - Le dije entre risas, mi padre no contaba con mucha paciencia que digamos.

- ¿Te acuerdas de Ruth... Nuestra vecina? - Asentí. Vagamente la recordaba. - Bueno. Le comente una tarde que tenía el deseo de aprender a manejar, y no tuve que decir más, esa misma tarde comencé mis prácticas, todas las tardes ella se tomaba el tiempo para enseñarme. Luego de dos meses practicando, fui a conseguir mi licencia.

- Quien lo diría, mí madre manejando. - Nos reímos. Antes de irme, ella decía en cada momento que nadie la pondría detrás de un volante y mira que bien lo hace ahora.

Del aeropuerto a la casa de mis padres tardamos toda una hora para llegar, por lo que nos pasamos todo ese tiempo charlando, hablando que como me iba en la universidad, que por cierto me iba muy bien, estaba estudiando para los exámenes finales, la tesis ya la había entregado la semana pasada, no podía creer que cuatro años y medios habían pasado. También me pregunto que como iba mi relación con Bruno, obviando todo lo malo que me había pasado con Jennifer le conté todo lo que estaba pasando entre nosotros, hasta Taylor salio en la conversación sin darme cuenta.

Amor escondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora