No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Creí que nunca volvería a ver a este hombre y de un segundo a otro lo tenía en frente. De seguro se va acordar de la tremenda bofetada que le di aquel día.
Al ver que yo no me movía, él se acercó a mí algo inquieto.
— ¿Estas bien? — me preguntó preocupado.
Aún seguía muy sorprendida por lo cual no podía responder a su pregunta.
— Me estás asustando, ¿quieres un poco de agua fría? — Se veía en sus ojos la preocupación. — ¡Gabriela! — gritó sacándome por fin del shock por el cual estaba pasando.
— ¡Perdón! — Dije arrepentida — de verdad ese día te golpeé fuerte en el rostro, y ni siquiera tenías culpa de nada, por favor no me eches, necesito el trabajo.
— Lo sé, por eso te mande a llamar. — confesó relajando su rostro.
— ¿Cómo así? — pregunté algo confundida.
— Luego te explico, ahora enséñame lo que diseñaste.
El volvió a su escritorio, lentamente fui al asiento que había frente a él, coloqué el primer plano sobre la mesa y lo desplace para que él pudiera verlos con atención. El no quitaba su mirada del diseño, lo observaba con mucho cuidado. Luego de unos minutos me miró con una sonrisa, lo que hizo que me sonrojara levemente.
— ¿Podrías pasarme el segundo? — Preguntó aun con esa sonrisa que me dejaba sin aliento.
Fue difícil dejar de mirar su resplandeciente sonrisa, pero para no ser tan obvia, enrolle el primer plano y desplace el segundo frente a él. Como el anterior, él lo revisó meticulosamente. Minutos más tarde el me miro.
— ¿Tienes frío? — sus ojos reflejaban preocupación.
No me di cuenta que estaba temblando hasta que el me lo dijo, el aire acondicionado estaba demasiado alto.
— Si, un poco.
Bruno se levantó de su asiento, tomó una chaqueta de cuero que estaba en el perchero, y me ayudó a ponérmela, tuve que echar las mangas un poco hacia atrás para poder sacar mis manos, me quedaba muy grande.
— Gracias. — agradecí con vergüenza.
— No hay problema.
Comenzó a revisar el tercero, mi ansiedad aumentaba, ya quería saber qué opinión tenía sobre mi trabajo.
— Waw, eres muy buena, ¿hiciste todos estos diseños en una semana?
— Sí, es que en serio necesito el trabajo con urgencia.
— Pues... Ya no tienes que buscar más, porque ya conseguiste un trabajo.
— ¡Dios mío gracias! — Casi grité — ¿Puedo abrazarte? — le pregunté sin pensarlo.
Cuando me di cuenta de lo que acababa de decir, me sonrojé levemente.
— No tienes que hacerlo si no quieres - dije algo avergonzada.
— No es que no quiera, sino que me sorprendiste.
El rodeó la mesa y llegó a mí, me levanté y le di un fuerte abrazo, él lo hizo de una forma extraña. No sabía si era que me extrañaba (pero solo lo he visto una vez así que esa la descarto), o si me abrazaba de esa manera por tan sólo ser una mujer. Cuando traté de alejarme, cosa que no quería, me apretó más a él, yo hice lo mismo para no ser mal educada, después me dio un leve apretón y me soltó.
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Amor escondido
RomanceGabriela Smith cuando tenía 17 años tuvo un accidente automovilisco, esto provocó que ella perdiera la memoria y olvidara a todos sus seres queridos, entre ellos, sus padres, sus amigos y a su novio de dos años. Tiempo más tarde ella recupera alguno...