Robert no dejó de mirarlos ni por un segundo, estaba contento de cómo había tratado a nuestros importantes clientes, ellos parecían satisfechos por como sonreían y pedían más comida, el de cabello largo y yo, nos la pasábamos mirándonos de hito en hito, cada vez que nuestras miradas se encontraban él sonreía y yo me sonrojaba como una adolescente de quince años. Nicole se acercaba de vez en cuando para poder hablar con Seth, ella hacía creer a Robert que era atendiéndolos que estaba cada vez que el la veía en esa mesa.
Ya eran las once y ellos me hicieron señas para que fuera a su mesa.
— ¿Podrías traernos la cuenta? — Dijo el rubio de cabello corto. No puedo creer que me entristeciera que me hablase otro y no el de cabello largo.
— Claro, en un momento. — Contesté con una pequeña sonrisa.
Ellos continuaron con su charla mientras yo buscaba la cuenta. Tomé la pequeña carpeta negra de cuero y volví donde estaba. La puse en la mesa y me retiré. Nicole y Seth no dejaban de mirarse, presentía que esta noche no sería la última vez que se verían, de seguro el próximo encuentro sería fuera de estas paredes, ojalá que en mi caso fuera de esa manera, pero ni siquiera sé el nombre de ese hombre tan hermoso.
El movimiento de manos de Seth me sacó de mis pensamientos. De seguro ya se iban, ojalá que los haya atendido muy bien para que regresen. Me acerqué a ellos nuevamente y el que me hablo en esta ocasión fue la voz más hermosa del mundo.
— Eres una excelente mesera, volveremos aquí pronto, es un lugar muy agradable —pasándome la pequeña carpeta de cuero.
— Que bueno, a mi jefe le va a agradar mucho esa noticia. Espero verlos muy pronto. — les mencione con una sonrisa. Estaba feliz por dos razones, la primera era que Robert me daría un aumento por lograr lo que él quería, y segundo lo volvería a ver.
Comenzaron a ponerse de pie para irse, yo me di la vuelta para buscar los utensilios de limpieza para quitar el pequeño desorden que había en la mesa, pero sentí una mano que me estrujó el trasero, lo que me sorprendió pero para mí fue más sorpresa que si fuera por instinto me di la vuelta nuevamente y estrelle mi mano contra su cara, pero al hacerlo no pude creer a quien le di el golpe, era él, yo pensé que era el único decente en el grupo, pero me di cuenta que era peor que todos juntos.
Él se llevó la mano al lugar del golpe. No me di cuenta cuando Robert había llegado a donde estábamos.
— ¿Qué paso? — preguntó confundido.
— Este señor me faltó al respeto, es un estúpido el muy imbécil. — casi grité de tan enfadada que estaba.
— No creo que este hombre tan respetado haya hecho algo así, Gabriela, no debiste haber hecho una cosa así. Discúlpate. — me ordenó enfadado.
— ¡NO! El que tendría que disculparse es él, por la única razón de acosarme.
— Gabriela no hagas un escándalo, los demás clientes están observando todo lo que estás haciendo, por favor discúlpate ahora.
— Señor ella tiene razón, no debí hacer eso. Te pido las más sinceras disculpas por mi atrevimiento - me estaba mirando a los ojos, se veía algo de súplica en ellos, no podía creer que después de lo que hizo aún pensaba que ras el ser más hermoso que yo había conocido, o que su voz me parezca a las de los ángeles.
— ¿Ves? Él ya se disculpó por lo que tú lo acusas, ahora discúlpate tú por las ofensas que les dijiste. — Robert estaba muy enfadado por como hablaba, pero yo no me iba a dejar intimidar por eso.
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Amor escondido
Roman d'amourGabriela Smith cuando tenía 17 años tuvo un accidente automovilisco, esto provocó que ella perdiera la memoria y olvidara a todos sus seres queridos, entre ellos, sus padres, sus amigos y a su novio de dos años. Tiempo más tarde ella recupera alguno...