31. Incógnitas

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Pido excusas por si encuentran faltas ortográficas, me estoy muriendo de un sueño y mañana tengo que levantarme temprano y en mi país es muy tarde. Como pase todo el día escribiéndolo lo quería subir, cuando tenga tiempo mañana lo corrijo con calma. Por mientras, disfruten el capítulo.

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¿Cómo es esto posible?

Hace apenas unos segundos estaba hablando con Bruno por el celular, de repente y sin previo aviso, un hombre con el mismo aspecto de Bruno se me pone de pie frente a mí. Para asegurarme de que no estaba loca, le dije a Bruno que volviera a hablar, a ver si no se trataba de una broma de mal gusto, pero cuando lo hizo y vi como el hombre que tenía en frente no movió la boca, le colgué a Bruno con rapidez.

No entiendo, él es idéntico a Bruno, pero la diferencia estaba en su cabello corto, en la barba de tres días que tenía y en esa mirada ajena para mí, él dice ser el hermano gemelo de Bruno, Bryan, pero creo que si mi novio hubiese tenido un gemelo me lo habría contado ¿no es cierto? Estoy confundida. ¨Bryan¨ me observa en silencio, mientras tengo una batalla en mi cabeza, me mira con una sonrisa burlona en sus labios, le causa gracia verme así. Y ahora que lo miraba bien, creo que fue a este hombre que vi en el aeropuerto hablando por el celular aquel día.

- ¿Terminaste de evaluarme bebé? - Me pregunto tranquilo.

- No me llames así... - No reconocía mi voz.

- Te vez pálida Briel - Me dijo acercándose a mí, por instinto di un paso hacia atrás. ¿Qué quiso decir con Briel?

Aunque retrocedí varios pasos, ¨Bryan¨ me tomó por la cintura para aguantar la mayoría de mi peso, estaba por caer al suelo de rodillas, estaba temblando. A paso firme, pero lento para no dejarme caer me llevo al área de alimentos, donde me sentó y se fue hacia un puesto de hamburguesas y compró una soda fría.

- Bébela. - Me ordenó con voz firme. Lo mire fijamente mientras ¨Bryan¨ lo hacía también con una ceja levantada. Yo cedí y me bebí la soda, el frío del líquido hizo bien a mi garganta y a mi mente. La cafeína encendió mis sentidos y me puso alerta ante esta situación.

- No entiendo. - Logre decir. Él se había acomodado, poniendo el codo sobre la mesa con la palma abierta, poniendo su mejilla encima de esta, me miraba con atención.

- ¿Qué es lo que no entiendes bebé? - Su voz era apacible.

- Te dije que no me llamaras así. - Ya había recuperado mi voz completamente.

- Esta bien Briel. Dime lo que no entiendes, a ver si puedo ayudarte... bebé. - Este hombre no me sacara de quicio.

Lo mire a los ojos, mientras el me observa con la misma sonrisa.

- ¿Por qué me llamas Briel? Y deja de llamarme bebé. Por favor.

- Porque me da deseos de decirte así, y te llamo bebé cuantas veces quiera. ¿Entiendes? - Su tono de voz y las palabras que decía estaban en caminos distintos, su voz era tranquila pero sus palabras eran fuertes más encima que lo decía con una sonrisa amigable.

Deje pasar eso, ya que lo que en realidad quería saber era algo más importante y relacionado con lo que me dijo al principio de nuestro encuentro. Inhale y exhale varias veces, para poder calmarme y hablar con mucha paciencia con este hombre.

Amor escondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora