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Oikawa Suzuki solo tenía dos objetivos en la vida: molestar a su hermano mayor por idiota, y ahorrar para irse lejos de su hermano.
Aunque no quisiera, todo siempre tenía que ver con ese imbécil, y no es que Suzuki lo odiara enserio, pero entre ella, Tōru y su hermana mayor, Suzuki era la olvidada en su familia y estaba harta de que todas las negativas que recibía fueran por su hermano.
¿Quería invitar amigas a casa? No, Tōru traerá a sus compañeros de equipo ¿Quería comprarse algo por capricho? No, como ella no Tōru es mejor que ahorre para la universidad, ya que es claro que no recibirá una beca, y eso si es que estudia.
Tōru, Tōru y más Tōru, ¿dónde quedaba ella?
Al menos ahora que su hermana se había marchado de la casa para vivir con su familia, podía tener un cuarto para ella misma, un lugar anti-Tōru.
Ahora bien, ¿quién le daría empleo a una adolescente? Nadie, nadie que no sea McDonald's.
Suzuki no se quejaba, la sobreexplotaban, pero le daban una hamburguesa para comer en sus descansos. Apenas llevaba unos meses y ya las odiaba, lo cual no se esperaba porque se consideraba la fan número uno de McDonald's.
Ese era el otro lugar que consideraba anti-Tōru, hasta ahora.
Desde que vio a todos esos chicos con las chaquetas blancas entrar, supo que su hermano había descubierto donde trabaja, se tardó, pero en todos estos meses Suzuki nunca había dicho ni una palabra sobre su trabajo, y a sus padres les dijo que trabaja con una amiga, pero les dio igual y no hicieron preguntas para su suerte.
Y para colmo, entre los chicos gigantes iba su sobrino, ahí fue que comprendió como supo de su trabajo. Creyó haber sobornado bien a Takeru, pero evidentemente Tōru fue mejor.
-Voy al baño-aviso a su superior, ¿estaba huyendo? Claro que sí, ¿quién dijo que no era cobarde? Nunca en su vida se presentaría con una sonrisa a atender a esos chicos, sobre todo cuando sus propios compañeros de salón estaban entre ellos.
No se avergonzaba de su trabajo, era honesto y no a todos les cae el dinero del cielo, pero no quería ver el rostro de su hermano mayor, a quién le cae todo del cielo gracias a su esfuerzo y talento, en cambio Suzuki carecía de todo eso, y nadie le daría una beca por ser buena bordando.
Espero un buen rato en los sanitarios, mientras aprovecho a jugar con su celular y stalkear famosos, y cuando pasaron más de cinco minutos supo que era imposible cruzárselos y que de seguro ya se habían movido a la fila para esperar su pedido.
Primero asomo su cabeza, y cuando confirmo su ubicación volvió a su lugar, siendo regañada por su retraso en el baño, pero daba igual, ellos eran el grupo más grande y ya estaban atendidos. Había superado la prueba.
