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Un balón choco con la cabeza del punta receptor, pero ni con eso Osamu soltó su celular.
-¿Que estás haciendo?-exclamo molesto Atsumu, cualquiera sabía que el rubio teñido era el más intenso a la hora de entrenar, y por ello mismo solo Osamu era capaz de seguirle el ritmo, pero desde hace días que se negaba a entrenar con Atsumu, lo cual los había llevado a pelear en varias ocasiones.
Pero la pelea de la noche anterior había sido la más fuerte, y posiblemente la última por un tiempo.
-¿Por qué no quieres entrenar?-le pregunto Atsumu cuando regresaban a casa.
-Estoy entrenando como siempre-se excusó Osamu-, solo que no tengo ánimos para hacer ese tiempo extra contigo.
-Pero siempre lo hacemos.
-Solo no quiero, Tsumu.
-Te la pasas con tu celular-dijo perspicaz-¿Estás así por alguien?
Osamu aparto la mirada, confirmando las palabras de su hermano.
-¿Quién es? ¿Es una chica? ¿La conozco? ¿Va a nuestra escuela? ¿Están saliendo?
-Tsumu-le interrumpió calmado, aunque por dentro temía por la reacción de su hermano-, es Suzuki.
-¿Por qué hablas con ella?
-Que tú no quieras escucharla y acusarla de cosas que pasaron hace años, no me debe afectar a mí también.
-Somos hermanos, gemelos-recalco molesto, ambos habían dejado de caminar-. Deberías apoyarme.
-Y lo hago, pero Suzuki no fue la culpable de lo que paso, tú tampoco-se apresuró a aclarar-. Y entiendo, y respeto que no quieras hablarle ni relacionarte, pero recuerda que Suzuki fue mi amiga primero.
-Sufriste por ella-insistió Atsumu-, además vive en Tokio, tampoco es que la tienes de regreso.
-Ahora somos mayores, Tsumu, las cosas funcionan diferente, y me gusta está nueva Suzuki.
-¿Te gusta? ¿Gusta de gustar? ¿O gustar de que te parece amable, pero mientras esté lejos mejor?
-Creo que deberías reorganizar tu diccionario, no entiendo-mintió retomando su camino, pero Atsumu lo tomo de la chaqueta devolviéndolo hacia su lugar-¿Y ahora qué?
-¿Te gusta Suzuki? Y sabes a lo que me refiero.
-No lo sé, pero quiero saberlo sin que andes de metido-admitió.
Ahora Atsumu lo miraba acusatoriamente, y todo porque ahora sabía quién provocaba esas sonrisas que su hermano se apresuraba en ocultar.
Osamu, por su parte, se sentía culpable de ser consciente de que su amiga y su hermano no habían terminado por falta de cariño, si no por problemas que no podían estar más lejanos que la decisión propia, pero ¿qué podía hacer? Atsumu no quería oír nada sobre Suzuki y nunca afirmaba que la siguiera queriendo, tampoco dijo nada ante sus posibles sentimientos, y Osamu no quería decirle nada a Suzuki que pudiera ilusionarla y herirla.
