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Suzuki disfrutaba de no llamar la atención en su escuela, así evitaba caer como objetivo de bromas o rumores, más aún cuando meses atrás alguien había creado una página de rumores acerca de todos los estudiantes del Nekoma, y nadie se estaba salvando de caer allí.
Por lo que decían los rumores, los estudiantes habían comenzado a divulgar los secretos de quienes los molestan, de los que no hacían lo que deseaban, o de los que deseaban ver en ridículo porque su secreto iba a mantenerse en el primer puesto durante semanas.
Los directivos no sabían cómo frenar aquella catástrofe, cuando eran los propios estudiantes quienes alimentan al monstruo de los rumores, simplemente por rencor y diversión. Ya se había visto despedido un profesor, tras ser encontrado culpable de salir con una estudiante gracias al rumor que extendió la propia amiga de esta. También se habían expulsado a varios estudiantes por falsificar exámenes, llevar o hacer cosas inapropiadas en la escuela.
Suzuki ya no se sorprendía cuando ingresaba a la escuela y todos cuchicheaban mirando de reojo a una nueva víctima, todos los domingos en la madrugada, aquella página subía nuevos rumores, y sí uno era popular entre los estudiantes, seguía manteniéndose en la página principal hasta que uno nuevo, y más interesante, surgiera.
Pero aquella mañana, a la que miraban de reojo era a ella.
No le dió importancia, no solía tener amigas por malas experiencias, y con las únicas personas con las que se relacionaba eran los chicos del club de volley que estaban en su clase, y todo por culpa de Yaku, quien tras haber empezado a frecuentar la cafetería donde Suzuki trabaja y haberla conocido mejor, no pudo evitar incluirla en su grupo de amigos.
Pero fuera de eso, Suzuki no hablaba con nadie, así que si un rumor la incluía no iba a ser por algo propio de ella, sino alguien que tenía algo en su contra o la había involucrado por diversión.
Suspiro e ingreso a su salón, escuchando las risas de sus compañeros.
Miro hacia la pizarra, encontrándose con unos dibujos-mal hechos, por supuesto- que rodeaban unas palabras, que en realidad no significaban nada.
"Tetsuro y Suzuki".
-Que bien guardado lo tenías, Suzuki-chan-dijo una de sus compañeras sonriente.
-Ahh-suspiró aburrida-, ¿acaso somos niños? Espero que el sensei los regañe por ensuciar para nada.
-Oh, no lo niegues-dijo un chico.
-Diga lo que diga, ustedes creerán lo contrario, y prefiero no hablar con ustedes, cada palabra que digo estoy más cerca de ser igual de tonta.
Suzuki estaba caminando hacia su asiento cuando la puerta se abrió.
