XXV

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—¡Dios! —tapo mis ojos con las palmas de mis manos.

Trataba de buscarle la forma a sus posiciones. Era realmente asqueroso. Al parecer Biller no estaba tan mal , como yo creía.

Cerré la puerta, sin aliento.

¿Que se supone que hiciera ahora? Aster como un maldito loco y Biller...se puede decir que gozando de la juventud.

Siento el sonido de la puerta a mis espaldas

Ay no.

—¿Podemos hablar? —su dulce voz hace que quiera voltearme pero temo encontrar algo que me perturbe aún más, aunque después de esa escena, dudo que exista algo más traumático.

—¿Estás vestida?

Su sonrisa es escandalosa, realmente no estaba mal.

—Claro tonta.

Volteo con cara de espanto.

—Vámonos de aquí —agarra mi mano.

—¿A dónde?

Me enseña unas llaves.

—Secreto.

Sigo sus pasos. Ya la multitud había desaparecido. Nos adentramos en el famoso bosque , el principal lugar del inicio de los desastres.

¿Biller me matará por lo que pasó? No lo creo , a pesar de venir de una familia complicada, ella no es así.

Llegamos a una carretera, nunca había estado aquí. Noto un auto negro a la distancia, al instante reconozco que se trata del carro de Biller. Es raro, el campamento tiene prohibido la entrada de autos o motos.

—¿Cómo?  —señalo a el auto que está a un metro justo enfrente.

Me observa con una sonrisa enorme. Da miedo.

—Arreglos de papi —olvidaba muy a menudo que el padre de Biller era el dirigente de la policía aquí en Long Beach. Gracias a ello conocí a Biller cuando teníamos 8 años. El señor Cordor tiene tratos con mi padre.

—Pero...  —seguía sin entender a donde quería llegar.

—¿Una reconciliación en un SPA ?

¡Cierto!
Siempre que discutíamos , tuviera o no la razón , me invitaba a un SPA. Su frase era:

"Relajada los rencores desaparecen"

—¿No estás viendo mis pintas —señalo la ropa de Aster.

Suelta una carcajada.

—Dios ¿Qué más da?

—Nunca cambias.

Le sonrío y ella me mira con un brillo especial en sus ojos.

—¿Debería?

Muevo  la cabeza en negación.

Y sí, digamos que nos fugamos del campamento.
La carretera estaba oscura y una canción de Hoziel se escuchaba a todo volumen.

Al llegar me percaté que era  el SPA más famoso de Long Beach. Nunca había estado aquí, solo iba a los SPA con Biller.

—Es hora de relajarse.

Me guiña el ojo.

El agua caliente , con espuma y un olor a lirio cubría mi cuerpo. Comía un poco de Nutela y Biller tenía en su mano una caja de bombones franceses.

Creo que somos las únicas que cuando vamos a un SPA , comemos chocolate en vez de tomar vino, o cualquier bebida alcohólica.

—Perdóname por todo. No quise decir eso.

Ice Secret's Donde viven las historias. Descúbrelo ahora