XI

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—¿Qué haces aquí? —pregunto confundida, extrañada de su presencia.

Su pelo negro le caía en cascadas ante los ojos de una manera extremadamente sexy. Labios carnosos y apetecibles. Llevaba una cazadora y unos jeans negros rasgados. Eso de parecer un fuckboy al parecer era su hobbie.

—Traje esto para ti —menea las flores violetas ante mis ojos —Biller me comentó que te sentías mal.

¿Él le había preguntado a Biller por mí? ¿Estaba preocupado? Siento que son actos que no vendrían del grosero y grotesco Aster, estoy pensado mucho...nuevamente. De seguro se encontraron y surgió el tema, pero ¿cómo? Bueno, no sé.

—Ah...eso —asiento de manera torpe.

—¿Puedo pasar? —cuestiona de una manera diferente, esperaba una aprobación y su mirada
de alguna manera me causaba ternura. No me pregunten el porqué acepté dicha propuesta.

—Sí, pasa.

¿Por ser educada? La verdad no lo creo, no me apetece serlo nunca. La cuestión es que hace días he estado un poco enferma al parecer de la ¡cabeza! No sé qué hostias me ocurre, pasar el tiempo a su lado me hace sentir bien y aún peor es que no tengo ni las remotas ganas de ser la mala chica del diario.

—¿Cómo estás? ¿Qué te sientes? —clava la atención en mí y esfuma mi nube de pensamientos innecesarios. Simplemente en estos días no quiero estar borde y ya está Heaven. Está bien de vez en cuando dejar a un lado esa armadura de hierro.

—Supongo que bien...

—¿Supones? —enmarca una ceja.

—Realmente no lo sé —sonrío.

—¿Te apetece hablarlo?

—No te conozco de nada Aster como para ello —su expresión cambia.

—Si te sirve de algo te traje estas flores.

El color violeta de los pétalos era realmente algo alucinante. El roce de su mano al darme el ramo era sencillamente cálido...agradable.

—¿No me olvides?

Se queda anonadado mirándome.

—Las flores....son no me olvides -sonrío

Un silencio estrepitoso abarca los rincones de mi habitación y es incómodo estar frente con frente a él. Me pone nerviosa sus ojos verdes naturaleza y su mirada intensa y penetrante, parecía que te subcionaba el alma. Adiós a Heaven la chica ruda.

—¿Te gustaría beber algo? —corta el silencio.

—La verdad no me apetece salir de la habitación. Aunque....—camino hasta el pequeño closesillo que está al lado de mi cama y saco una botella de VODKA SUBROWKA.

—¡Oh por Dios! Estoy dudando de tu tolerancia al alcohol ¿Por qué siempre tienes bebidas aquí? —cuestiona.

Bueno si contamos la idea de que mi padre está tan cerca de mis alrededores que a veces me escabullo a su residencia para robarle cosas. La verdad es que la comida del campamento es muy mala y como buena y saludable que soy cada cena viene acompañada de una bebida...

—Es de Biller —pues sí. Miento como la rata sucia que soy.

BILLER CORDOR

—¡Otra! ¡Otra! ¡Otra! —pitaban trás mis oídos. La música estaba algo subida de tomo y el alcohol se hacía presente poniendo en prueba la lucidez de los chicos. En el campamento solo se permitía una recreación sana, con juegos, cantos y cuentos. A mí me iban dos cosas...los libros...y las fiestas que se salían de control. Y así era yo :MANDANDO A LA BASURA LOS ESTEREOTIPOS.

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