Capítulo 17.

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—¡Despierta, maldita!—Abro los ojos de golpe e inmediatamente siento mis manos pesadas. Jalo de ellas y la imposibilidad por las cadenas no me frena, sigo moviéndolas como si fuera a lograr algo.

Estoy acostada boca arriba sobre una mesa de metal, una mesa carnicera si somos más específicos. Mis piernas caen por cada lado, atadas también y lo único que cubre mi cuerpo es mi sostén de copa color negro y pantys de encaje rojo porque no suelo combinarlos.

—¿Qué quieren?—Grito y un hombre me pone un paño lleno de alcohol en la boca. Mis ojos se empañan ante el ardor de mi garganta y empiezo a sentir el real desespero.

—No mucho, pero sabes como va esto. Despiadado Bleu cree que puede llevarse todo a su paso y ahora que nos dio material para joderlo, verá cuan feo se siente que te arrebaten todo con la ida de una persona—Baldassare es un francés alto con el que choqué varias veces y nunca llegué a pensar que fuera tanta cosa.

Enfoco mi mirada en el techo, pero estoy desorientada y eso se debe al tanto tiempo que pasé dormida, debió ser muchísimo porque dudo estar en Florencia, me desvistieron y quitaron toda posible movilidad.

Estamos a mitad de lo que parece algo debajo de la tierra, hay humedad por las paredes, huele a mierda y humo. No hay muros, solo me veo en el medio y un montón de morbosos alrededor.

Prepárate. No va a venir nada lindo. A veces tratamos de mentalizarnos, pero no es suficiente y el que me den con cables en las piernas, provoca un arco en mi espalda y lágrimas cayendo por todo lado.

—¿Sabes cómo dicen en Francia?—Ese es otro. Es menos robusto, sino sin musculatura y cabello tan largo que lleva un moño desordenado, es de color castaño oscuro—Despiadado Bleu ha contraído nupcias con una dama invicta, entrenamiento implacable y que no le importa nada, es ruda, fría y marca a todos... Reina de sangre, ese es tu apodo, según esas voces. Ahora cuéntame ¿te gusta realmente eso de chupar sangre? ¿Tienes complejo de vampiro?

Saca un cuchillo de cocina de su bolsillo y sin siquiera dudar, lo clava en mi muslo.

Siento la pierna ser invadida en dolor, superándome y reviento en llanto, suplicando.

—Ésta guerra es de Thimothée, no mía—Jalo de mis cadenas como si estas fueran a soltarse, pero sólo termino rompiéndome la piel y creando hematomas rojos.

Siento mi pierna volverse más débil a medida de que el hombre traza círculos como si intentara llegar más lejos y yo temo llegue a perderla, aunque el salir viva no suena como algo posible.

El bebé.

Recuerdo mi embarazo en medio del desespero y es que si me muero yo, él o ella también y no lo hará con medidas de sanidad, sino en medio de torturas como yo.

Tú puedes con ésta mierda, Suzanne. No son más que unos degenerados.

Yo misma me metí una puta botella de champagne para romperme las paredes internas en mi vagina y hacer que el presidente me lamiera los pies, si hay algo que no soy, es débil.

Sé lo que harán, conozco este puto procedimiento porque me nutrí en el ECT y puedo con ello.

Traen una bolsa.

—Así va a funcionar esto—Otro tipo habla, pero no lo veo, tengo la mirada nublada y el cuello me molesta—Una pregunta con respuesta y te libras, sino, todo se va a poner feito para ti, Reine de sang. Tú tranquila que te daremos bastante para que te sientas saciada, bestia.

—Intenten lo que sea, no les daré o diré una mierda.

—Me saliste malota. ¿Eso será lo que le gusta a Despiadado Bleu de ti? ¿O será otra cosa? Dime, Luc, ¿es otra cosa?

SIGILIO SCULLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora