Capítulo 21.

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—Cada vez entiendo más la razón por la cual me casé contigo—Susurro maravillada mientras analizo la escoria que tengo ante mis ojos.

Está amarrado, pero no entregado. Su cabello es blanco, de contextura delgada y su cara es afilada. Los ojos café los tiene clavados en mí y en vez de verme con sumisión, lo hace expectante.

Tengo la vida de él en mis manos, pudiera hacer tanto por  su muerte más desgraciada o sorprenderlo con una rápida que me dará paz a mi. Baldassare fue el encargado de dirigir, esa es la parte fácil, pero la mierda sentada y atada fue la que estuvo ejerciéndolas.

Sacó al feto que tenía dentro sin pudor, me violó con utensilios porque decía que tenía asco de querer entrar en mí y me vio sufriendo con desespero, sin siquiera inmutarse.

Si él fue un hijo de puta para hacerme doblegar de dolor, yo terminaré de demostrarle quien es Suzanne Sculla cuando lo ponga a agonizar de desesperación.

—¿Dónde lo conseguiste?—Me pregunto volteando a ver a mi marido quien parece también fascinado por ponerlo a pagar karma en vida.

Thimothée podrá ser una escoria a nivel personal pero si hay algo que le molesta es lo que se le escapa de las manos y se le metan con lo suyo. Le enerva. Me lo dijo él mismo cuando yo estaba en mi momento de anorexia.

"—Egoísta o no, que perjudiques tu vida me encela porque yo hice votos contigo y si tu protección se me escapa, son como balazos para mí y ni te detengas en tratar de entenderlo, porque yo no lo hago.»

Su sangre se calienta cuando siente que le pegan directamente al no poder proteger a quien quiere. Son dolores indirectos que lo ponen de rodillas, en su cabeza yo soy de y para él, si sufro, es su culpa y creo que su reacción empeoró con lo del embarazo porque se puede refutar lo que sea, pero mi hijo era un Bleu.

—Estaba escapando de Italia, Alonzo hace un trabajo impecable y lo consiguió.

Alonzo es de mi tipo de persona favorita porque no importa el bando en el que esté, hace un trabajo que deja de que hablar. Fue un presidente que se encargó de limpiar cada escoria que se encontraba en sus tierras y cuando eventualmente sucedió lo de que me metí una botella de champagne para que él cediera ante mí, estuvo reacio, pero no se demoró en entender que esta iba a ser su nueva manera de vivir.

No puedo decir que esté infeliz y es que las compensaciones monetarias que le hemos metidos tachan lo absurdo. Estoy segura de que como presidente él jamás llegaría a la magnitud que lleva ahora, pero no es solo eso, es que sigue teniendo Italia en línea recta. Lo respeto, otros lo idolatran y lo que no saben muchos es que detrás de cada acto de él, estamos nosotros porque en la mira lo hemos tenido siempre y le hemos pintado sus pasos. La tarea la ha tenido fácil y si en un momento llega a querer ponerse curioso, siempre encontraré maneras de hacerlo regresar y recordarle por debajo de quien está.

—¿Por qué haces esto?—Me volteé a verlo y su ceño se frunció.

—Eres mi esposa, Suzanne y no importa bajo que circunstancias tuvimos que contraer nupcias, la conclusión es que lo hicimos y si puedo hacer algo para calmar tus demonios que se liberaron después del secuestro, jamás dudes de que lo haré—Entrelazó nuestras miradas y pasmada me quedé procesando sus palabras, pero el mentón no se lo bajé, sino que abrí la boca acercándome a él.

—No me digas que te enamoraste de mí.

Su sonrisa fue ladeada.

—Nunca le he puesto etiquetas a nada de lo que pasa en mi vida—Acortó la distancia que nos dividía y unió nuestros labios. No hacía falta que me penetrara para que follaramos, si no se separaba de mí en los próximos minutos, iba a tener un orgasmo frente a todos y no me avergonzaría porque valdría toda la maldita pena. O bueno, eso hubiera sucedido antes de que todo muriera en mi interior—Vamos, lunática, reluce que todavía hay algo que te quiero mostrar—Mordió mi labio inferior con fuerza y no se molestó en pasar su lengua para darme alivio, sino que se separó para hablar con Eneo.

SIGILIO SCULLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora