SIGILIO SCULLA

Capítulo 29.

El agua cristalina está sobre mis pies, tranquila y pacífica siguiendo su rumbo. Se arrastra y con más fuerza regresa pero sin llegar muy alto. Todo a su medida y esto es algo natural. Puede que el mar sea constante, hasta que varía por un mínimo movimiento que puede terminar en un Tsunami, pero nadie va a echarle la culpa, pues solo lo ven como el mundo imperfecto en el que vivimos. Inclusive llegamos a martillarnos nosotros diciendo que si hubiésemos estado en otro lado, tal cosa no hubiera pasado.

Muy diferente a cuando me equivoco yo.

Detesto que me hayan idealizado y que ahora tenga que asumir yo el no estar a la altura de una supuesta Suzanne y que no seguí como se debería o como pensaron lo haría.

Era solo un soldado del ECT y mi mayor aspiración era salir de ahí para vivir feliz en la ciudad siendo cualquier cosa sencilla como maestra porque no tengo paciencia pero no suena como algo tan complicado soportar a otras personas después de todo lo que he pasado.

El secuestro no fue el colmo ni que me sacaran a mi bebé, con eso pude. Lo que me supera es el secreteo masivo porque solamente me están llevando a desconfiar hasta de mí. No tengo nada asegurado, un ancla, quien me garantice que todo estará bien. Mi relación con mi marido va en decadencia, la prima solo lo apoya y Malamar en vez de aclarar, me hizo dudar de ella misma y es que siento que su fidelidad está más con Thimothée que conmigo.

No sé que es lo que sucede que todo me hace creer que Thimothée está con otra y no me refiero a cogiéndosela, eso lo pasaría por alto, me preocupa más que mi marido llegue a enamorarse de la mujer que necesita. Que no lo oculta. Que no lo trata como plaga y que se deja ayudar por él, porque todos sabemos que no lo hago.

Cuando descuidas a tu perro en el parque y te das cuenta, ya está con otra persona que le soba la cabeza. Lo que no consigues en tu casa vas y lo buscas en otra. Es ley de vida y noto a mi marido exasperado por no entenderme y porque no lo dejo entrar en su totalidad.

De verdad prefiero mil veces quedarme pensando en las posibles infidelidades de mi marido que lo mal que me siento con respecto a todo porque se trata de eso, de un mal presentimiento. No voy a ir ni con Thimothée o Malamar a decirles que presiento que todo se está yendo a la mierda porque se me van a reír en la cara, ellos no son seres de supersticiones. Pero yo no puedo negar lo que tengo.

Con el tiempo cada carta fue cayendo, primero me enteré de quien era Lion Sculla y cual era la carta secreta que tenía el ECT contra mí. Acabé con eso de raíz. Después vino el renacimiento de mis padres, la reencarnación de las mierdas esas que era lo que tenían oculto Lorenzo y Eneo, al primero lo dejé en Sicilia tal cual quería el francés y al segundo lo mandé con Elektra para las islas donde será torturado diariamente hasta que yo zanje la orden de que muera, porque si vivo no me está sumando pues automáticamente está restando y al infierno por maldito es que se irá. Le importó un carajo el pacto de sangre o no sé que cuanta cosa que prometió porque terminó fallándome a mí.

La decisión sobre Penelope y Plutarco no fue a impulso o precipitada. Ellos no habían decidido dejar de mandar sino que se los llevaron e impidieron seguir, por ende venían con un solo fin que iba a terminar de joderme y que iba a poner a pensar a todos la poca seriedad que se maneja aquí. Si vamos al caso, yo no confiaría en darle nada que me pertenece y es producto de mi dedicación a quienes en su casa parecen tener un circo embrujado. Primero aparece un niño hijo de quien nunca se interesó en la mafia y después los papás que se supone la hija mató. Ya saben, todo chistoso.

Todas son constantes amenazas y yo un almacén de ellos. No supe como empezar y ahora no sé como seguir.

No extraño a Penelope Walsh, la engañada de inicio a fin, desconfiada que sólo estaba con Luka por conformismo y que no sabía hacia donde iba dirigida su vida porque era una desamparada. Añoro a la chica que amaneció en Sicilia bañada de seguridad, que dio pasos sin flaquear, que zanjó órdenes, que tuvo las bolas de ir y asesinar a su novio enfrente de su familia y después encaró a las peores porquerías del mundo, sin importarle nada se entregó a un desconocido buscado mundialmente y huyó como solo ella sabía de quienes en algún momento parecían los buenos. Esa Suzanne si valía la pena, era una chica segura que no se regía por las reglas de nadie y que se dejaba guiar por el instinto.