Capítulo 9.

489 48 4
                                    



—Mhm—Gruño, Thimothée me abre las dos piernas y me arrastra por el colchón redondo hasta dejarme frente a él y entrar de una sola estocada que me hace soltar un grito sin censura, como también que suba la cabeza y trate de encontrar algún alivio en su cuello.

Sigo siendo virgen por demasiados lugares y las pulsaciones de dolor me hacen poner una extraña mueca.

El francés ignora los gestos y empieza a embestirme sin suavidad o compasión, sus golpes son secos y directos.

Busca mis labios en medio del desespero y no puedo decir que doy un buen beso porque ambos parecemos dos leones que después de estar enjaulados los soltaron y los pusieron a matar y comer por sus vidas.

—Dame—Thimothée agarra mi pierna derecha y en vez de enroscarla en busca de profundidad, la sube haciendo que yo quede en un split.

Aprendí a partirme cuando tenía cinco años porque mi profesora me bajó al piso sin contemplaciones, recuerdo haber llorado por dos días seguidos. Todo lo contrario a esto.

—Mira como te pones por el dolor, toda una lunática—Murmura cerca de mi oído.

Saco una fuerza desconocida cuando lo volteo y echa su cabeza hacia atrás en una risa cuando ve mis intenciones.

Me siento a horcajadas sobre él, todavía pegajosa y parece que me tardo demasiado porque me carga como si no pesara nada y me clava de una vez.

Se siente bien ver desde arriba como tienes a un maldito a tu merced y empiezo a dar círculos a modo de experimento, para ver donde nos sentimos mejor los dos.

—Ahí—Gruñe cuando encuentro un ritmo que me desespera por la lentitud y sin inhibiciones empiezo a saltar sobre él, sintiendo como me rompo.

Su falo palpita dentro, yo ejerzo más dedicación y aruño su torso desnudo.

Brinco subiendo y bajando, parando para dar movimientos acertados que nos dejan en busca de más fricción y yo empiezo a sentir como un nudo va creándose.

Me siento absolutamente perdida por la tensión de mis músculos y Bleu buscando su liberación también, apoya las puntas de los pies en la cama y con ese impuso logra dar más profundo y hacer que yo empiece a liberar sobre él.

Mis piernas tiemblan. Me arqueo y viro los ojos mientras busco equilibrio en su pecho, a tiempo que él sigue moviéndose.

—Con los ojos hacia atrás te ves como toda una niña endemoniada lunática, me encanta—Su voz ronca se ve interrumpida en la última frase y siento como llega el líquido caliente a mi interior y me fascina.

Todo en Thimothée es algo que me prende y me arrastra a pecar.

Reposo sobre su pecho mientras trato de respirar como una persona normal y él no hace mucho de lo mismo, porque me agarra el culo y lo aprieta.

—Quiero estar allí—Susurra y me da un beso en el cuello—Quiero darte desde atrás.

Si perder la virginidad me dolió, no quiero ni saber como se siente de ese lado. Pero no puedo negar que me enciende saber que lo hará y verá todo desde esa perspectiva.

Podrá tener una muy buena imagen de mi cabello negro azabache con volumen moviéndose por la espalda y mi culo redondo y grande siento el centro de atención.

—Yo quiero otra cosa—Subo la mirada y encuentro sus ojos electrizantes como esmeraldas viéndome con determinación.

—Si es algo referente a sexo, puedo hacer lo que sea, lunática.

SIGILIO SCULLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora