Capítulo 18.

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Thimothée Bleu.

—¡Nos vendiste, hijo de mil putas!—Le grito a Lorenzo Di Crescenzo mientras empiezo a darle tiros acertados en zonas específicas de su cuerpo.

Yo no reacciono, actúo con inercia y en base a la molestia, viendo todo en rojo. Mi cabeza bloquea cualquier tipo de sentimiento, centrándose únicamente en el repudio que le tengo a los Marchand y la latente traición no para de hacer que en mi pecho algo suene desenfrenado.

—¡Yo les vine a advertir y ustedes lo único que hacían era coger!

—¡Que conveniente!—Acerco mi filo a su asqueroso cuello y veo como la gota de la escoria baja de él.

En mi vida me he cansado de odiar a personas y las otras me dan igual, pero lo que es mío es malditamente mío y es intocable e irrompible. Nadie va a tocar a Lèane o a Suzanne y va a salir ileso para contarlo, no lo permitiré porque son lo único que protejo sin reparo, a la primera porque me concierne y a la segunda porque le prometí en votos y yo no le fallo a mi palabra.

¿Con los demás? Que hagan los que les venga en gana, porque no es material para joderme, pero si llegan a lastimar a Suzanne es como si lo hicieran conmigo, pues dije palabras que no fueron en vano. Levanté mi mano, prometiéndole lo que cumpliré mientras la veía a los ojos y no dejaré que nadie me haga dudar de mi persona.

Amputaré cuanta extremidad se me cruce, degollaré cuerpos y quemaré a gente viva hasta que me la regresen. No diré que sin un solo moretón porque soy realista y los Marchand no andan con juegos, pero yo tampoco.

—¡O hablas o haré que lo hagas, maldita mierda!—Empiezo a clavarle un dedo en un punto estratégico de su cuerpo que lo hace estremecer—¿Ese era el tanto amor que prometías? ¿Qué la entregaste como si no valiera un carajo cuando lo es todo? ¡Dime!—Le volteo la cara y mi razón se termina de perder cuando escucho su nariz quebrarse ante la fuerza que le propician los nudillos que se revientan ante el impacto.

—Era ella o Stella y Giacomo, tú tienes familia, yo solo a ellos—Vuelvo a pegarle ante escuchar tan patética excusa que me hace reír como un desquiciado llegando a pensar que este tipo es realmente imbecil y no sabe con quien se metió. El apellido me importa tan poco como el clima, no me va a pesar clavarle una puta daga en el corazón o sumergirlo en agua hasta que se ahogue porque éste tipo de hombre no merece una muerte digna, sino la peor y yo gustoso se la daré.

—¡Me valen mierda tus excusas que no pedí! ¡Quiero que hables en base a lo que me importa!

Veo mi Rolex y me genera nervio notar como las agujas del reloj corren y mi tiempo se agota porque nadie queda bien de las torturas de Les Aigles y es que me joda que sigan jodiendo a Suzanne, ella no lo merece y me enerva por Baldassare porque él en teoría tenía claro que éste era un asunto entre él y yo, por ello no tocaba a Calena o se atrevía a siquiera mirarla, porque no le concernía. Tuvo mil veces la oportunidad de matar a Gabriele e inclusive Anarella pero se limitaba porque con ellos no era el asunto, sino conmigo. A Lèane ni la ha llegado a mirar pero eso es porque es imposible, ni Gabriele y Anarella han superado la protección que le he dado al igual que a Nix. Sin embargo, por algo tuvieron que agarrar a Suzanne, no lo hubieran hecho solo porque esté conmigo, de ser así hubieran agarrado a Aimée en su momento que si era una absoluta debilidad y ni lo intentaron.

Tu legado.

Es eso. Él se enteró.

Mi cabeza funciona como la de él, los dos estamos podridos y de alguna manera le llegó la información porque no tiene cabida en mi mente que se lleven a la lunática para otra cosa, quieren es acabar con el apellido y la reproducción de este porque ningún Bleu ha salido sano, por más de que Calene trate de fingir lo contrario.

SIGILIO SCULLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora