Capítulo 6.

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Sergei Babka.

—¿De verdad tampoco llegaste a cenar hoy?—Dejo de ver mi computadora para enfocarme en la imagen de una de las mujeres más despampanantes que mis ojos han podido captar pero se ha convertido en un karma.

Tiene el cabello cobrizo que le llega hasta la nuca y que ahora adorna con una diadema blanca. Su rostro está cubierto de pecas que sólo ves si te acercas demasiado porque siempre las tapa con maquillaje. Todo en ella es sutil y delicado,  nada demasiado extravagante además de su nariz que tiene un arco por una misión.

Carece de curvas pero lleva la única importante en la barriga. Está preñada de mi. De un Babka. Del primogénito de Andey.

—¿Vamos a volver a tener esta discusión, Olenka?—Paso las manos por mi rostro, agotado—Es el día a día, me tienes hasta la madre. Ya te dije que hasta que yo no tenga el cuerpo de Penelope Sculla Kaya frente a mi, no voy a dormir en paz.

Es una malvada hija de mil perras. Cada que la recuerdo es con odio puro por desgraciada.

Recuerdo a Luka que desde hace unos pocos años para acá no paraba de hablar de su querida princesita y lo enamorado que estaba. Llegó a mostrarme fotos y a mi me parecía cualquier mierda, los Babka podemos estar con quien queramos y no me parece la gran cosa una mujer plana.

Sin embargo, él parecía un estupido y Akim y yo no nos cansamos de decirle que dejara la ridiculez porque era a penas un niño. Nos ignoraba y seguía hablando de que la traería a Rusia para hacerla feliz, pues la trajo fue para ponerle fin a su vida y a la de mi padre, para eso la trajo.

—Esto es el límite, Sergei—Se posa a mi lado con los brazos cruzados. Aquí vamos de nuevo—¿Cuándo te das cuenta que persigues un puto fantasma? ¡No hay ni un maldito testimonio de que los Sculla Kaya hayan tenido una hija!

—Tanto que dices amarme y no confías en mi. ¡Yo la vi!—Le pego a la pantalla de la computadora furioso—¿Cómo explicas entonces lo que pasó ese día en Russia? ¿Las bombas?

—¿Te tengo que recordar quien es Crazy Vichy? Porque es de los peores criminales al que nos hemos enfrentado ya que su salud mental siempre juega en nuestra contra. Cada que quiere forma un maldito revuelvo en las calles y siempre tratamos de llegarle para conseguir con que la loca soltó leones por la ciudad y es imposible inmovilizarse. ¿Lo sabes o no?

—Lo sé, pero mierda, créeme, Olenka, yo la vi matar a mi hermano. La vi.

—¿A quién?

—¡A Penelope Walsh!

—¡Su rastreador decía que estaba en Turquía y no hay ni una puta cámara que muestre siquiera su figura! ¿Acaso perdiste la cabeza?—Voltea los ojos—Estás hablado en base al dolor y no a la realidad, Sergei. No estás siendo profesional.

—Nunca he dejado de ser el mejor en el ECT, deja tus mariqueras de esposa resentida porque no le he dado atención en días.

—No estás siendo racional y lo sabes. Estás yendo en contra de las reglas porque estás persiguiendo a una de las mejores soldados de la ECT sin justificación alguna. La Junta denegó la idea.

—¿No les parece raro que haya dejado lo que fue su vida entera después de que entró a Turquía y a parte ha pasado todo esto?

—¿Pasado qué? ¿Que mataron a Penelope y Plutarco? Pudo ser cualquier clan. ¿Qué hay bombas en la ciudad una semana después? Normal cuando Crazy Vichy vive acá y siempre parece querer renovar. ¿Qué hay una nueva organización? Que te sorprenda es lo ilógico, puede hasta ser dirigida por los Lébedev. Le estás buscando otra pata al gato, Sergei.

SIGILIO SCULLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora