Capítulo 13.

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—Mi adorada Crazy Vich—Meneo mi melena cuando contesta la rusa.

—La temida Suzanne.

—Oye, ¿ya tienes mi mercancía?—Veo el desayuno que me trajeron y solo agarro unas cuentas fresas porque del resto nada me provoca.

—Si, solo debo finiquitar algunas cosas para que el ECT no se meta.

—Déjame todo en la plaza roja.

—¿Perdón? ¿Perdiste la cabeza?

—No. Hazlo.

—No me puedes pedir que bote mis creaciones sin más porque eso es lo que pasará y no lo permitiré.

—No será así, de igual forma la plata la perdería yo. Hazme caso.

Termino la llamada mientras una sonrisa maliciosa sale de lo más profundo de mi ser, llamando al piloto y a Eneo para que se aliste puesto a que saldremos hacia Moscú, para de nuevo, acabar con ella.

Thimothée se quedará acá por parte del plan y porque en unas horas debe estar en Francia, el motivo no me lo dijo y yo estoy empezando a molestarme un poco respecto a la desinformación de partes que parecen esenciales de su vida.

Los informes me dan lo necesario, como nombres relevantes, pero no lo que a mi me interesa y es que tiene un misterio que no me convence y que está directamente relacionado con una mujer, no lo presiento, lo sé.

Sin embargo, mi cabeza ahora no está para resolver sus mierdas, por ello le subo volumen a la música intentando evitar mis pensamientos que se me atraviesan sin piedad alguna.

Me fui a caer en automático, no es por ser dramático, pero ella es una estrella y yo siempre su fanático

Es que me trae tan crazy que me dice lunático, ella me hace volar y sin globo aerostático

Tiene ese espíritu salvaje
bella aunque no usa maquillaje
con ella contemplo el paisaje
Fuma solo para relajarse

Ella no necesita a nadie para brillar
Porque hoy salió de fiesta y lo quiere explotar, ella es 90-60-90 y si no quieres que te mienta, lo mueve en cámara lenta y yo no paro de pensar...

Dime si me quieres porque yo estoy pa'ti, yo sé que no es fácil, sé que no es así
Sé que la engañaron, tiene el cora frágil
Por un maldito hill que la hizo sufrir.


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Aterrizo en Rusia intercambiando mensajes y sacando genuinas sonrisas que no son muy de mi persona.

Domenico Madonia.

«¿Entonces no estás en Florencia? Te quería invitar a cenar o algo así»

:
«No. Tuve que venir a Rusia a solucionar un problema con los que trabajan en estas sedes. Estamos por sacar unos productos y necesito todo perfecto».

Domenico Madonia.
«De acuerdo, pero pronto me debes prometer un día juntos».

:
«Lo prometo, ten buen día, Dom».

Domenico Madonia.
«Ten buen día, Suz. Disfruta en tu viaje».

Veo que acompaña el mensaje con un corazón y yo frunzo el ceño, creo que jamás he usado emojis. El teléfono sigue teniendo los predeterminados y me quedo sin respuesta, porque definitivamente no soy una niña de corazoncitos.

SIGILIO SCULLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora