"Aquí puedes…Gritar todo lo que quieras"
Sus risitas a través del corredor era lo único que se escuchaba. Quizá era por el champagne que habían tomado. Austin se aferraba a besarle el cuello mientras caminaban, eso los hacía reír a ambos, pero al mismo tiempo los excitaba. Oh Dios. Buscaban con impaciencia el camarote.
—¿Todo está bien, jóvenes?— Preguntó el mismo hombre del comedor. Ellos se quedaron quietos en medio del pasillo y voltearon a verlo. Estaba parado al final del pasillo. Demonios.
—Si— Habló Austin. — ¿Me puede decir donde hay un camarote disponible? Todos están cerrados—.
—Oh, por supuesto. El 307. Al final del pasillo a la izquierda, la primera puerta— Señaló. Ellos sonrieron.
—Gracias señor— Dijo Lo.
—Para servirles— Respondió. Se dio la vuelta y se perdió de vista. Austin volvió a hacer girar a _______(tn) y siguió dejando besos en cada parte de su cuello.
—Ya Austin— Pidió ella. —No puedo caminar— Se rió. Seguían avanzando pero a paso lento.
—Ah, ¿No puedes? Eso no es problema— Sin decir más, la tomó por debajo de las piernas y la espalda y la cargó en sus brazos. Ella solo rió más y se amarró a su cuello para no caerse. Mientras la conducía hasta el camarote, ella lo observaba fijamente. Sus facciones perfectas, iba contemplando cada parte de su rostro. Como siempre, no le hallaba ningún defecto. Este hombre era hermoso. —Llegamos— Avisó, parado frente al camarote. —307— Finalizó. Sin bajarla de sus brazos, le dio vuelta a la manija y la puerta se abrió.
Finalmente la bajó de sus brazos. Ella se puso de pié observando el lujoso camarote mientras Austin cerraba la puerta con candado.
—Wow— Susurró ella. Realmente era algo lujoso. Le sorprendió ver los colores dorados y cafés que adornaban la habitación, así como pinturas famosas, tal como las que tenían en la casa blanca. Sin duda esto era primera clase. La cama matrimonial se veía realmente cómoda, con muchos cojines adornándola.
—Bonito, ¿Cierto?— Preguntó Austin detrás de ella. _______(tn) asintió sin voltear a verlo. Escuchó que algo caía al suelo. Volteó a verlo y era Austin, quitándose los zapatos. Ella rió, el le regaló una cautivante sonrisa. —¿De qué te ríes?— Preguntó él.
—De ti— Admitió ella. Austin terminó de quitarse los calcetines, luego pasó a su suéter, el cual sacó por arriba de su cabeza.
—Tengo calor, ¿Tú no?— Preguntó, quedando con su camisa a cuadros café y su pantalón de mezclilla. Ella sonrió y se mordió el labio inferior. ¡Qué guapo lucía! El color café de su camisa combinaba a la perfección con sus ojos verdosos y su cabello resplandeciente.
—No— Susurró ella, negando con la cabeza. Austin dio pasos hacia ella. Quedó frente a frente y la tomó por detrás de la cabeza, acariciando su cabello.
—Puedo cambiar eso— Respondió. Empezó a desabrocharle los botones de su suéter. —Mmm… veamos— Terminó de desabrocharle el suéter y se lo apartó con lentitud. Una bonita blusa color turquesa se hacía presente ahora. El la tomó de la cintura y la pegó a su torso. La apretó de la espalda y rozó sus labios. —Llevas brillo labial, cariño…— Susurró él, lambiéndose los labios. —¿Sabor?— Preguntó.
—Durazno— Respondió ella. Austin sonrió.
—Oh, eso me gusta— Dijo, repentinamente, le besó la comisura de los labios. —Déjame probarte…— La sujetó con ambas manos del rostro y la besó nuevamente. Ahora con exigencia. Metiendo su lengua hasta encontrar la de ella, pasa saborearla. Oh, el sabor del durazno era notable, pero el sabor de su boca era mejor. Succionándola nuevamente, con pasión en cada movimiento, profundizándose lo más que podía. Primero de un lado, luego del otro. Comiéndose por completo su boca. Santo Dios bendito. Loraine sintió un calor recorrerle todo el cuerpo con cada roce de labios. Sobre todo uno que viajó hasta ahí abajo… si, ahí. En su parte más íntima. Austin paseó sus manos sobre la espalda de ella, de un momento a otro, las metió por debajo de su blusa, para ahora abrazarla sobre su piel desnuda. Le erizó la piel. Ahora, bajó sus manos hasta su trasero. ¡Ah! Se lo apretó con fuerza. La enorme erección de Austin rozó contra sus pantalones. Joder. Se calentaron lo doble. Repitió el movimiento, lo cual hizo a Loraine gemir en voz baja. El se separó de sus labios. Observó los labios de ella, estaban ligeramente hinchados. Sonrió al saber que él había provocado eso. Ahora bajó a su cuello. Un beso, otro y otro más. Ella apretó los dientes. Austin la besaba acompañado de su traviesa lengua. Maldición, cuan excitante podía llegar a ser. Bajó poco a poco de su cuello. La blusa irrumpía el paso. No esperó ni un segundo para quitársela del camino. Su bonito bra apretaba sus pechos con sensualidad. Austin tragó saliva al observar la escena.
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"La Última Carta" acm
RandomEsta novela NO es mía. OBRA REGISTRADA Y PROTEGIDA CON COPYRIGHT Queda totalmente prohibido la adaptación y/o copia de la misma. No esta permitida la reproducción total o parcial de este documento, ni su tratamiento informático, ni la transición de...