"Capítulo 23"

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Había pasado casi media hora desde que habían llegado a ese pequeño restaurante. Estaban desayunando ahí.

-Necesito que me esperes aquí- Pidió David. Loraine hizo un gesto de confusión.

- ¿A dónde vas a David?- Preguntó.

-Tengo que comprar unas cosas, no tardo, ¿Si? Termina de desayunar, ya regreso- Prometió. Ella no muy segura, asintió. David salió del restaurante y empezó a caminar en dirección al parque Rutherford, que en realidad, quedaba justo enfrente de ahí.

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Andrés observó desde lejos como se acercaba David, caminando a prisa. Sonrió ligeramente. Valla, lo había conseguido. Llegó hasta él.

-Tomaste una buena decisión al venir- Habló Andrés

-Dame ese portafolio y esto acaba- Dijo David. Andrés negó con la cabeza.

-Quiero ver a la chica primero. ¿Recuerdas lo que hablamos por teléfono ayer?- Amenazó Andrés. Era cierto, habían hablado a altas horas de la madrugada para arreglar todo ese asunto. Andrés le daría el dinero solo si él le mostraba a Loraine. David se dio la vuelta y le señaló a una chica que estaba sentada en una mesa dentro de un restaurante, justo frente al parque. Podía verse pues tenía vidrios de cristal.

-Ahí la tienes, ahora dámelo- Exigió él. Alex le entregó el portafolio.

-Con todo gusto- Dijo sonriente. David lo abrió y se percató de la cantidad de billetes que había dentro. Estaba lleno.

-Un placer hacer negocios, Torres- Se dio la vuelta y caminó en dirección al restaurante.

-El placer fue mío- Alcanzó a responder Andrés. Pero David ya se había alejado lo suficiente. Sonrió para sí mismo. Si ese idiota supiera que las cosas no habían acabado aún.

Andrés regresó al auto y encendió el motor. Austin lo miró con extrañeza.

- ¿A dónde fuiste Andrés? ¿Y a donde vamos ahora? Te dije que no me sentía bien, no después de la golpiza que recibí ayer- Se quejó Austin.

-Calma, viejo. Iremos a recoger a un amigo al aeropuerto, llega de visita...- Mintió. Austin solo asintió. Es que en verdad no tenía ganas de nada y Andrés lo había obligado a venir.

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Llevaban algunos minutos sentados en la enorme estancia del aeropuerto. Tenían ya sus maletas y David cargaba con ese sospechoso portafolio, por el cual Loraine había preferido no preguntar su contenido. No le interesaba. Solo le importaba regresar a Francia ya. Estar en Los Ángeles solo le recordaba a Austin. Y eso le dolía mucho. Superarlo sería lo más difícil que haría.

-David, iré al baño- Avisó ella, poniéndose de pié.

-Sí, claro. Pero no tardes, el vuelo despega en 20 minutos- Le avisó. Loraine asintió y se levantó del asiento. Esquivando a muchas personas que había, llegó hasta el baño de mujeres. Estuvo unos minutos ahí. Una vez lista, abrió la puerta del baño para salir. Apenas dio un paso al frente, una mano le tapó la boca y la metió a un pequeño cuarto, que era solo para personal autorizado. Ella, asustada y sin saber de quien se trataba, empezó a patalear y a moverse con fuerza para salir de ahí. Pero el chico cerró la puerta con llave. Todo estaba oscuro ahí dentro.

-Voy a encender la luz, pero no grites- Pidió él. Loraine no sabía qué hacer, estaba tan asustada que le mordió la mano. - ¡AH! ¡MIERDA!- Se quejó. Tuvo que soltarla pues le había dolido bastante. Ella intentó salir pero él se posicionó frente a la puerta, impidiéndole el paso. Ella empezó a empujarlo con fuerza pero entonces, el encontró el interruptor de la luz. Rápidamente la encendió. El almacén se iluminó y ella se percató de quien se trataba. Su corazón latió con fuerza al verlo.

"La Última Carta" acmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora