Alguien llamó a su puerta en repetidas ocasiones. Loraine se levantó la cama para abrir.
—Señor Robin— Dijo sonriente. —Hola—.
—Buenas noches, señorita Winston— Saludó. —Solo he venido para avisarle que la cena está servida—.
—Ah, ¡Claro! En un momento bajo, gracias Robin— Respondió. Él asintió y se retiró de ahí. Loraine apagó la televisión y salió de su habitación. Bajó las escaleras y su padre la esperaba ahí. Sonrió al verlo.
—Papá, creí que estabas en la junta presidencial, ¿Cómo te fue?— Dijo ella, sentándose en el asiento de siempre. Le dio un sorbo a su bebida. Su padre se quedó callado unos segundos. Ella dejó la copa a un lado y lo observó fijamente, pudiendo notar un rostro diferente al de siempre. Ni siquiera sonreía. —¿Papá?— Le preguntó, ligeramente desconcertada.
—Hay que cenar— Pidió él. —No preguntas por ahora— Tomó su tenedor y empezó a comer su spagetti. Loraine frunció el ceño.
—¿Pasa algo?— Preguntó ella todavía más confundida ante su actitud tan fría.
—La comida se enfría— Dijo él, sin dejar de comer. Loraine empujó su plato lejos de ella y se cruzó de brazos.
—No pienso comer de todas formas. Faltan 10 minutos para las 9, estaré afuera esperando a Austin, buen provecho papá— Y sin más, se levantó de la silla. Apenas dio un paso, el habló.
—Austin no llegará— Avisó con tono fuerte. Loraine se quedó quieta al escucharlo. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Volteó a verlo.
—¿Qué has dicho?— Preguntó, con miedo en sus palabras.
—Tengo que decirte algo, siéntate Loraine— Pidió. Ella negó con la cabeza.
—Me lo dices cuando vuelva con él— Se giró de nuevo, a punto de salir de la estancia.
—Regresa ahora mismo, señorita— Gritó él, pero ella lo ignoró por completo. Salió de ahí y caminó a prisa hacia afuera. Llegó al jardín y se dirigió a la maca. Se sentó y se cruzó de brazos, dispuesta a esperar e ignorar las palabras de su padre. No podía ser cierto eso de ‘Austin no llegará’. Seguramente era una broma de mal gusto, la cual no quería escuchar. Empezó a mecerse con los pies, era realmente cómodo. 10 minutos. 20 minutos. 30 minutos. 1 hora. ¿Qué demonios estaba pasando? Ella seguía exactamente en la misma posición. Eran las 10 de la noche y Austin no llegaba. Empezó a sentir mucha preocupación por él. Un horrible sentimiento que no le desearía a nadie. Trató de controlarse, cerrando sus ojos un momento.
—Hace frío, vuelve adentro— Habló su padre, llegando junto a ella. Loraine abrió los ojos.
—No me iré de aquí hasta que Austin llegue— Dijo muy segura de sí misma. Su padre soltó un tremendo suspiro.
—Perdimos comunicación con él y todo el equipo del FBI— Soltó de inmediato. Loraine sintió que su piel se volvía repentinamente pálida.
—¿Qué?— Preguntó asustada. —¿A qué… te refieres? ¿Comunicación? No lo entiendo, ¿Dónde estaban?—.
—Hace casi dos horas recibí una llamada, tenían la ubicación de David. Se prepararon para ir por él, estaba en unas montañas a las afueras de la ciudad. A los pocos minutos de comenzar la persecución, todos los radios, teléfonos celulares y aparatos electrónicos, perdieron su señal. Los detectives que estaban comunicándose con ellos desde la oficina, no encuentran manera de saber donde están— Confesó. La piel de Loraine se erizó.
—¿Cómo es posible eso?— Preguntó ella, tratando de evitar que un nudo se formara en su garganta.
—Creen que están perdidos, de lo contrario, ya hubieran vuelto. Son más de 5 detectives profesionales que iban en camino, es imposible que no hubieran encontrado la manera de volver. Algo debió haberles pasado— Dijo con tono alarmante. Loraine puso una mano sobre su boca, sus ojos se cristalizaron de manera inmediata.
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"La Última Carta" acm
De TodoEsta novela NO es mía. OBRA REGISTRADA Y PROTEGIDA CON COPYRIGHT Queda totalmente prohibido la adaptación y/o copia de la misma. No esta permitida la reproducción total o parcial de este documento, ni su tratamiento informático, ni la transición de...