"Te advertí que era peligroso andar sola por aquí"
Empezó a caminar por la banqueta. Estaba completamente solitario ahí afuera. Sabía que tenía que esperar a Ashley si quería que la llevara de vuelta a casa. Pero no había tiempo para eso, ella se quedaría seguramente toda la noche ahí, y Loraine ya quería irse. Se detuvo y pensó un poco. Un taxi. Sí, tomaría uno. Volteó a sus alrededores. ¿Qué? No había ni un maldito taxi. El aire se tornó más fuerte y frío. Una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo. Se cubrió los brazos con sus propias manos. El vestido no le cubría prácticamente nada. Sintió que su celular vibraba dentro de su bolso. Lo sacó. Era Ashley.
— ¿Qué pasa?— Preguntó Loraine
— ¿Qué pasa? ¿Por qué te fuiste así?— Preguntó molesta. Loraine suspiró. Incluso salió humo de su boca, a causa del frio.
—No quiero estar ahí, lo siento. No me siento bien, me duele la cabeza— Mintió.
— ¿Dónde estás? ¿Ya llegaste a tu casa?— Preguntó, para cerciorarse.
—Sip— Mintió de nuevo. Esto se le haría costumbre. —Robín vino por mí. Mejor salimos otro día, Ashley. Perdóname. Diviértete mucho y mañana me cuentas los detalles— Aseguró. Ashley sonrió al otro lado de la línea.
—Está bien, Winston. Descansa, hasta mañana— Colgó.
Loraine volvió a guardar su celular en el bolso. Volteó hacia el frente. Una banqueta completamente solitaria. Todos los negocios y tiendas estaban cerrados ya. Recordó que, después de todo, no estaba tan lejos de ahí la casa blanca. Decidió caminar. Un paso. Dos pasos. Sintió que alguien la observaba. Volteó hacia atrás, nadie. Siguió caminando. Tres pasos. Cuatro pasos. Demonios, ¿Por qué seguía sintiendo esa mirada asechándola? Le dio incomodidad sentirse así. Empezó a apresurar su paso. Se giró en la siguiente cuadra. El aire se duplicó. Le enfrió todo el cuerpo. Mantenía el ritmo veloz. El silencio de la noche se vió interrumpido por algo detrás de ella. Pudo escuchar claramente, pasos siguiéndola. No era su imaginación. Esos pasos eran tan claros como el agua. Volteó nuevamente hacia atrás, esta vez, encontrándose con una silueta oscura siguiéndola. La piel se le erizó. No pudo distinguir si era mujer u hombre. Apresuró más su paso. Ahora estaba asustada. Sacó su celular y fingió hablar con alguien. A los pocos segundos lo guardó.
—Señorita Winston— Habló una voz masculina, detrás de ella. Loraine se giró inconscientemente, encontrándose con esos imborrables ojos.
—Ah… ¿Me ha estado siguiendo?— Preguntó, desconcertada. El chico sonrió. Tal como lo había hecho en el club, al entregarle la copa de whisky. Su mirada de nuevo era profunda.
—No es así, señorita. Mi turno en el bar termina a las 10, luego inicia otro chico. Camino por estas calles todos los días al salir. La vi a lo lejos y me pregunté… ¿Cómo es posible que la hija del presidente camine sola en la noche por estas calles tan peligrosas?— Dijo confundido, pero sonriente al mismo tiempo. Loraine sonrió ligeramente.
—Pues, así es. Es algo, personal. Quería despejar mi mente y caminar, sólo eso— Confesó ella. —Pero… ha sido bueno encontrarte, pero debo irme. Cuídate— Dijo, volteándose para seguir su camino. Él se posicionó frente a ella.
—Es realmente peligroso que continúe sola por aquí… créame. ¿Quiere que la acompañe?— Advirtió. Su tono era de preocupación. Ella frunció el ceño.
—Oh, no será necesario. Conozco Francia. Corro mi propio riesgo, pero gracias…— Trató de recordar su nombre, pero le fue imposible. —No recuerdo oír tu nombre, discúlpame— Susurró ella. Él sonrió.
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"La Última Carta" acm
RandomEsta novela NO es mía. OBRA REGISTRADA Y PROTEGIDA CON COPYRIGHT Queda totalmente prohibido la adaptación y/o copia de la misma. No esta permitida la reproducción total o parcial de este documento, ni su tratamiento informático, ni la transición de...