Austin abrió los ojos lentamente. Movió un poco su cabeza y se dio cuenta de que estaba hundido en el cuello de ella. Percibió su aroma femenino. Le encantó. Se movió ligeramente y se incorporó. Estaba junto a ella en el asiento trasero. La observó dormida, con su pecho subiendo y bajando con lentitud. Recordó aquél día en que la tuvo en la habitación del hotel, cuando la observó de la misma manera, tan bella y fresca. Sonrió al verla así. Le dio un beso en la mejilla y le puso su chaqueta encima, pues no habían dormido con cobijas. Su ropa era lo único que los cubría, pero estar abrazados era más que suficiente para entrar en calor... sin mencionar lo que habían hecho antes de dormirse.
Se levantó silenciosamente del asiento y salió del auto. Caminó hasta la orilla de la montaña. El aire era fresco y frío. Metió sus manos en sus bolsillos del pantalón y suspiró profundamente. Se quedó observando toda la ciudad desde ahí. Se mantuvo casi 20 minutos ahí.
-Linda vista- Susurró ella, acercándose por detrás de él. Austin volteó a verla y le sonrió. Loraine llegó hasta él y se paró a su lado.
-Lo sé, es increíble aquí. ¿Dormiste bien?- Le preguntó.
-Creo que nunca había dormido mejor- Respondió ella. Austin sonrió enormemente y la abrazó con ternura.
-Me alegra oír eso- Dijo él. -Porque cuando quieras podemos repetirlo- Avisó. Lorainerió, contagiando a Austin también. Hubo un momento de silencio. Ambos seguían abrazados, viendo hacia el lindo paisaje que se presentaba frente a ellos. Edificios, calles, avenidas, semáforos, carros, personas, todo se podía observar en diminuto tamaño. Era grandioso estar ahí arriba, con el aire frío en el rostro. Una sensación inusual. De pronto, ambos se miraron. Sus ojos se encontraron por varios segundos. Sus labios dibujaron una gran sonrisa. No se decían nada, simplemente se miraban con profundidad. Los ojos de ambos tenían un brillo inigualable recorriéndolos. Y de un momento a otro, Austin se acercó con lentitud a sus labios. Ambos cerraron sus ojos. Sintieron el choque de sus labios, ese perfecto choque. La calidez de ambos interponiéndose ante ese aire frío, el cual se convertía en nada si estaban juntos. Empezaron a brindarse un dulce y cálido beso. Entrelazaron sus labios y lo disfrutaron al máximo. Él la tomó de la mejilla suavemente. Loraine siguió abrazándolo, con más fuerza. Solo eran ellos dos, en la cima de una montaña, besándose frente a todo Los Ángeles. Un momento realmente hermoso, que quedaría en sus mentes para siempre. Finalmente, separaron sus labios, pero no sus rostros. Mantuvieron sus frentes juntas. Sonrieron de nuevo, sintiendo algo tan increíble dentro de ellos.
-Te amo- Le susurró Austin, acariciándole un mechón de cabello que se resbalaba por su frente. Ella sonrió enormemente.
-Te amo- Dijo Loraine con el mismo tono de voz. Segura de si misma, no le cabía duda. Ahora lo amaba y nada... absolutamente nada cambiaría eso. ¿O si?
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Robín vio que el chico se acercaba a prisa hacia la oficina del presidente.
- ¿Te invitaron a venir, muchacho?- Preguntó, pues él quiso abrir la puerta pero él se lo impidió.
-Sí, el señor Winston me llamó- Avisó él. Robín, sin mucha gana, le abrió la puerta. Nunca le había caído bien aquél chico, por más que lo hubiera tratado muchas veces. Le parecía alguien falso, alguien de personalidades ocultas. Simplemente alguien hipócrita. Sobre todo... con Loraine
-Ya estoy aquí, señor- Avisó él. Edward se paró de su asiento de escritorio, sonriente. Dejó su pipa de cigarro en el cenicero.
-Me alegra, David. ¿Pensaste lo que hablamos por teléfono?- Preguntó. David asintió con la cabeza.
-Por supuesto, y lo haré...- Informó, sonriente. Edward sonrió también.
-Me alegra. Como sabes, esto nos conviene a ambos. Además, no podemos arriesgarnos a que mi hija esté con ese tal Austin Mahone. Mi equipo del gobierno y de la policía lo están investigando- Avisó él.
-Él nunca debió arrebatarme a Loraine...- Se lamentó David.
-Ni lo hará. Él no solo te quitó a tu novia, me quitó a mi hija, logró que se fuera de mi casa. Es suficiente para mí. Vamos a encontrarlo, tenlo por seguro. Y cuando lo encuentre, si le hizo algo a Loraine, juro que voy a enviarlo a la cárcel- Amenazó Edward.
-Así se habla, señor presidente- Dijo David sonriente. -Entonces, mañana viajamos a Los Ángeles. Una vez que los encontremos, yo me haré cargo de recuperar el amor de Loraine... créame, la conozco mejor que él. Todo saldrá perfectamente bien- Aseguró él. Edward le estrechó la mano, en señal de agradecimiento.
-No sólo quiero que recuperes su amor, hijo. Quiero que te cases con ella- Avisó él. David sonrió enormemente. -Sé que eres el indicado para mi pequeña, no tengo duda de ello- Dijo confiable.
-Valla... no me lo esperaba, señor presidente. Gracias, usted sabe cuánto la amo. Tenga por seguro que lo haré, gracias por darme el consentimiento- Dijo sonriendo.
-No hay de qué, muchacho. Bueno y ahora...- Pausó un poco. -Prepárate, nos vamos mañana- Avisó. David asintió y se despidió. Salió de la oficina y le lanzó una mirada hipócrita a Robín. Una vez que se marchó, el humilde guardaespaldas supo que algo no andaba bien. Su corazón se lo decía. No había nada bueno en el corazón de David Bourne. Lo supo desde el primer momento que lo vio. Y él, no se quedaría con los brazos cruzados...
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Bueno pues ahora las dejo con la intriga hasta que vuelva a actualizar, voten y comenten. !RECOMIENDENLA POR FAVOR! se los suplico.
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"La Última Carta" acm
De TodoEsta novela NO es mía. OBRA REGISTRADA Y PROTEGIDA CON COPYRIGHT Queda totalmente prohibido la adaptación y/o copia de la misma. No esta permitida la reproducción total o parcial de este documento, ni su tratamiento informático, ni la transición de...