"Capítulo 5."

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Loraine llegó hasta Ashley, quien platicaba cómodamente con Andrés. Estaban en una colina frente a la playa. Por suerte había podido divisarlos desde lejos, pues el cabello rubio de Ashley era inconfundible.
— ¿Otra vez con él?— Habló decepcionada. Ashley volteó a verla.

— ¡Loraine! Pero Andrés me dijo que estarías con Aust…— En ese momento, se quedó callada. Supo que había metido la pata.

— ¿QUÉ?— Preguntó Loraine confundida. Andrés puso una mano sobre su rostro y gruñó en voz baja.—Yo… nada— Respondió.

— ¡No! ¿Ahora resulta que esto es una especie de ‘complot’? ¿Se pusieron de acuerdo? No lo puedo creer… si, era de esperarse. Para que tú te vinieras felizmente con este tipo y Austin fuera conmigo. ¿Por qué aceptaste la propuesta Ashley? ¡Me dejaste sola en la playa y ni me avisaste!— Reclamó.

—Oye, escucha. Acepté porque Austin se ve un tipo agradable, y tú te niegas a tener una aventura. ¡Dijiste que te divertirías!— Recordó Ashley.

—Sí, lo dije. Quizá si me hubieses dicho que salgamos con ellos, hubiera aceptado. Pero ocultarme las cosas no es la manera— Finalizó y se dio la vuelta.

— ¡Loraine!— Alcanzó a escuchar que gritó su amiga. Pero no se volteó para verla. Siguió caminando en dirección al hotel. Subió por las escaleras hasta llegar a su piso. Caminó hasta la habitación y se dio una ducha. Se puso un vestido de verano corto, con flores plasmadas. Era bonito. Se cepilló el cabello y salió al balcón. Se sentó en una silla de ahí afuera y se quedó viendo el precioso paisaje.

 - -*-*-*-*-*-*

 Austin le dio un último trago a su margarita. Volteó a todos los alrededores del bar. Estaba al aire libre y era cómodo. Desde donde estaba, podía ver claramente el hotel frente a él. Había mucha gente. Eran aproximadamente las 5 de la tarde y todos sus amigos estaban perdidos por algún lugar. El único que sabía dónde estaba era Andrés. Volteó al hotel y vió toda su estructura. Realmente era grande y lujoso. Hasta que su vista se enfocó en un balcón. Si, en un balcón en el que estaba ella. Loraine. Viendo hacia la playa, sin efectuar algún movimiento. Sonrió inconscientemente al verla. Recordó cuando se cayeron en la arena y ella no dejaba de reclamarle. Esa chica era complicada. También recordó que tenía que vengarse de ella de algún modo.

 Dejó el dinero en la barra y se fue de ahí.

 - -*-*-*-*-*-*

 Cerró los ojos para relajarse mejor. Suspiró y cuando estaba a punto de quedarse dormida, alguien tocó a su puerta. Extrañada, se levantó y se acercó a ella.

— ¿Quién es?— Preguntó.

—Servicio a la habitación— Habló el hombre al otro lado de la puerta.

—No pedí ningún servicio— Respondió ella de inmediato.

—Me han mandado a entregar algo. ¿Usted es la señorita Winston?— Preguntó él. Loraine se confundió más y abrió la puerta. Un chico con su uniforme de trabajo tenía en sus manos una pequeña caja.

—Soy yo. ¿Quién lo ha mandado?— Preguntó sin poder creerlo.

—Es anónimo. Yo solo hago mi trabajo, aquí tiene— Le entregó la caja y se marchó. Loraine frunció las cejas. Cerró la puerta y se acercó a la cama. Se sentó y vio una tarjetita blanca que estaba pegada en la caja. ‘Trata de no abrir mucho los ojos’ decía. Le pareció extraño. Abrió lentamente la caja. En su interior, había como 5 rosas rojas. ¿Quién pudo mandarme esto? Se preguntó. Pero apenas tocó una de las rosas, kilos de espuma blanca hicieron explotar la caja, llenándola entera. Gritó del susto. Ahora estaba bañada en espuma. Gruñó y fue corriendo al baño para limpiarse. Regresó, completamente enojada y vio una tarjetita más al fondo de la caja. La agarró y la leyó: ‘Te dije que no abrieras los ojos, Rapunzel. ¿Te manchaste?’ decía. Ok, esto era el colmo. Ese chico había sobrepasado sus límites. Completamente enojada, se dio una rápida ducha y salió de su habitación, dispuesta a encontrarlo.

 - -*-*-*-*-*-*

Le dio un bocado más a su nieve de vainilla. Estaba sentado frente a la playa solitaria, junto a la ‘misteriosa cueva’. Sus pensamientos se perdieron en aquellas aguas cristalinas. Era relajante. Si, lo era… hasta que le dio un bocado más a su nieve y alguien llegó a estrellársela en la cara. Tosiendo, tiró la nieve a la arena. Ahora tenía toda la cara llena de vainilla. Empezó a limpiarse con la camisa y alzó su vista.

— ¿Sabe bien?— Preguntó ella, sonriendo con rostro de victoria. Él tosió una vez más y se limpió la nieve que le había entrado a la nariz.

— ¿Te gustaría probar de mis labios?— Preguntó completamente normal. Eso hizo que a ella por poco le salieran canas del enojo.

— ¡Eres un imbécil! ¡IMBÉCIL!— Le gritó en voz alta. Él se puso de pié y terminó de limpiarse el rostro.—Tal vez lo sea, pero yo solo he tratado de ser amable contigo…— Confesó.

— ¿Amable? Claro, por eso me tiraste en el suelo, también en la arena, luego me diste un baño de agua y después de espuma. Valla nivel de amabilidad— Dijo sarcástica. Austin se rió.

—Te recuerdo que cuando te tiré al suelo, intenté levantarte pero tú te negaste. Cuando nos caímos a la arena, fue porque tú me empujaste. Bueno… las otras dos si las hice a propósito— Respondió completamente sincero.

— ¿Por qué no me dejas en paz? ¡Estoy harta de ti! ¡Te odio!— Gritó de nuevo.

—Oye, oye… no grites. Todos pensarán que somos una pareja con problemas— Se quejó él.

— ¡Eso sería aún peor! Ahora aléjate de mí y no vuelvas a buscarme, te lo advierto— Se dio la vuelta para irse pero él la interrumpió.

— ¿O si no qué?— Habló Austin en voz alta. Ella se acercó a paso lento hacia él, señalándolo con el dedo.

—O si no, vas a conocerme. Vas a arrepentirte de todo lo que me has hecho, te lo juro Mahone— Lo amenazó. Él sonrió.

—Entonces quiero conocerte, quiero ver que tanto sabes jugar, cariño— Susurró él, dando un paso más hacia ella. Loraine logró sentir el aliento de Austin muy cerca de su rostro. Se puso algo nerviosa pero lo disimuló por completo.

—Arrepiéntete ahora o lamentarás luego— Respondió ella.

—Quiero ver si es cierto— Dijo él. —Nos queda menos de una semana. Quiero probar tus argumentos, Loraine—.

— ¿Qué quieres decir con eso?— Preguntó ella.

—Quiero que en estos días que quedan, hagas lo que quieras conmigo. Véngate, anda. De todo lo que te he molestado. Si logras que me arrepienta de todo al terminar el viaje, habrás ganado. Y si ganas, juro nunca más volver a molestarte… nunca volverás a verme en toda tu vida. Lo juro— Alzó su mano, en señal de juramento. Ella se quedó pensativa.

— ¿Y si pierdo?— Preguntó.

—Si pierdes, me dejarás hacer lo que yo quiera contigo— Dijo sonriente.

— ¡Pero el viaje habrá terminado!— Respondió ella.

—Losé. Me dejarás hacer lo que quiera sólo por ese día… el último día que me verás— Dijo confiable. Ella se quedó sería un momento, analizando lo que iba a responderle. ¿Aceptaría algo así? Nunca había hecho nada parecido. Pero después de todo, haría que Austin se arrepintiera. No perdería por nada del mundo. Y terminaría satisfecha.

—Acepto— Finalizó ella. Se dio la vuelta y empezó a caminar.

—Empezamos mañana— Gritó él. Ella asintió y se alejó de ahí. Después de todo, quizá no era tan malo todo esto. Se vengaría de él a su manera y lo haría arrepentirse. Pero en realidad, no tenía ni la menor idea de lo que Austin tenía en mente. Porque la propuesta que le había hecho, tenía sólo un objetivo en mente: Enamorarla.

"La Última Carta" acmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora