|CINCO|

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|05| No hay vuelta atrás

Ambos jóvenes adultos se encontraban en un ambiente demasiado incomodo, un silencio que pedía a gritos que acabase. Este no era el mismo silencio con que sentía una paz como el de él y Keith horas atrás. Después del accidente habían decidido ir por un café junto. Aunque eso era una vil excusa para que el pelirrojo le reclame en medio de la calle y se llegaran a crear malos entendidos.

—Te estuve llamando toda esta semana —comento de manera neutra— ¿Por qué no contestaba?

Ella seguía mirado por el cristal del establecimiento. No quería mirarlo, sabía que ella tenía la culpa de no devolverle la llamada. Inhalo aire y lo soltó como si se quitara un peso de encima. Lo mira mostrándose defensa y deprimida.

—Creía que era mejor estar sola y desconectada de todos.

El suspiro y ablandó su mirada.

—Estaba preocupado —Admitió en voz baja— No solo yo tu madre también lo está.

La joven reacciono y provoco que en su interior se sintiera mal por ser egoísta. Se había dedicado más a su trabajo que descuido su relación, no solo con Keith si no todas sus relaciones con su madre y amigos (o mejor dicho su único amigo).

—Hablare con ella al rato —pronunció en un susurro.

Pero ya era tarde y no hay vuelta atrás ella sabía con claridad. Las bebidas de ambos llegaron, Pico tomo un sorbo de su café mientras que su compañera seguía en silencio.

—Eres mi amiga —comenzó hablar mirando su taza— está bien que quieras tu propio espacio, no lo juzgo pero no preocupes a los que nos importas.

Silencio, solo escuchaban a las personas entrar y salir a su costado. Era un ambiente tranquilo donde no necesitaba las palabras. Pico y Cherry solo se convirtieron en amigos porque ella salía con Keith. Con el tiempo ambos se volvían cercanos al punto de preocuparse mutuamente.

—Pico...

—¿Si? —la miro sin mucho interés, a pesar de todo seguía siendo alguien que no expresa mucho sus sentimientos.

—Gracias.

Ella sonrió dulcemente, sus ojos no tardarían en cristalizarse y pronto las pequeñas lágrimas salieron. Él solo le paso una servilleta. No hacía falta palabras, solo aquel silencio, la joven se desahogaba en silencio y él el solo tomaba su café. Muchos que pasaban a su lado creían que Pico era un hombre grosero por dejar a una mujer tan bella llorar sin abrazarla o consolarla. Pero esas cursilerías no hacían falta.

Pasaron los minutos volando convirtiéndose en una hora, la castaña había parado de llorar hace poco y comenzó a dialogar con el pelirrojo de cualquier tema, sin llegar a tocar en ningún momento el tema de la antigua relación de la dama.

No faltaron una que otra risa o comentario brusco por parte de Pico sobre los "idiotas" de su equipo de trabajo. Se creó una paz en ambos amigos que el joven al dar una mirada rápida a su celular se percató de la hora y en una voz baja llamo la atención de su compañera.

—Me tengo que ir, pero me gustaría volver hablar —comento.

Levantándose de su asiento dejo el dinero de ambas bebidas —es lo menos que podía hacer en ese momento— y miro a la joven.

—Yo me quedare un rato más —dijo ella con una sonrisa calmada— Me alegraría mucho volvernos a reunir.

—Estaré aquí una semana así que podremos vernos —comento aumentando la voz mientras se alejaba— Por cierto te queda bien el cabello corto.

—Gracias.

Fue lo último que dijo ella cuando salió del establecimiento pero antes de cruzar la calle devuelta al departamento de su amigo escucho un grito a sus espaldas.

—¡PICO¡

Grito ella saliendo del lugar.

—¿Qué pasa? —respondió confundido.

La joven lo abrazo con fuerza y susurro en su oreja de manera triste.

Cuídalo bien, ¿sí?

Él no contesto, estaba sorprendido con tal declaración que apenas sintió como la castaña se separó para volver a entrar, dejándolo solo en media banqueta con un rostro hecho poema.

[...]

Ya era tarde su horario de comida fue hace ya más de una hora pero a él no le importaba, ahí se encontraba caminando de un lado a otro ayudando a sus paciente y a los doctores, sus compañeros los miraban preocupados. Siempre daba lo mejor de sí, ahora pareciera que busca cualquier excusa para no hablar con alguien sobre su ex amada.

No fue hasta que una de las recepcionistas se le acercó a él con una bolsa en mano.

—Oye Keith —lo llamo desde la entrada de urgencias.

—¿Qué sucede, Carol? —Pregunto mientras terminaba de guardar los instrumentos en su respectivo sitio.

—Vino un hombre apuesto a dejarte esto —levantó la bolsa de plástico.

Él chico la miro extrañado y solo tomo la bolsa.

—¿Apuesto?

—Incluso diría que es sexy —comento con una sonrisa pícara— ¿Lo conoces Keith? A ese sexy pelirrojo.

—¿Pelirrojo? —Se quedó pensando un momento hasta que entendió lo que pasaba— Creo que hablas de Pico...

Ella iba a decir algo pero fue interrumpida por una de sus compañeras:

—Carol, ¿Qué haces allí? vuelve a tu sitio —la regaño una mujer de tercera edad.

La anciana solo la miraba con los brazos cruzados esperando que la joven de tez negra vuelva a su sitio. Keith rio al ver que su compañera ni le dio tiempo de despedirse, miro hacia la entrada (la cual ya se encontraba vacía) y luego desvió la mirada a la bolsa de plástico que sostenida. La abrió sin mucho misterio, encontrándose una nota arriba de un topper con comida casera. Sorprendido y maravillado del exquisito olor que desprendía tomo la nota doblada. La desdoblo con calma encontrándose con la letra de su viejo amigo.

<<Mas te vale comer todo imbécil pareces fantasma.

PD: Si no comes me aseguraré de ir a tu trabajo a golpearte>>

El joven de cabellera celeste solo rio ante lo escrito en la nota, muchos asegurarían que el pelirrojo cumpliría con lo dicho pero Keith lo conocía y sabía que no lo golpearía (o al menos que haya una razón justa para hacerlo, en ese caso si lo golpearía en el rostro). Guardo la nota en uno de los bolsillos de su uniforme y con una sonrisa alegre —que se había formado sin darse cuenta— fue a la cafetería a tomar un descanso y tomar aquella deliciosa comida.

|| Afterglow || BF x PicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora