|TREINTA Y TRES|

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|33|...Y al final

–Perece que una tormenta se aproxima –comento en voz baja ella sin despegar la mirada del cielo de la mañana.

–Tienes un bien ojo para el clima –de manera neutra "alago" su acompañante.

Ella desde su lugar solo lo miro con una sonrisa algo infantil. Su larga cabellera teñida se movía con ligereza –como si fuera un enorme rio calmado– ante los primeros vientos de mayo. Los dos se encontraban en la cocina de la mujer de ascendencia japonesa. Ella recargada en la puerta que comunicaba con pateo trasero, admiraba el sereno paisaje de la madrugada, abrazando con sus manos su taza de té mientras que el hombre de profundo y a la vez monótono acento ruso se hallaba sentado en la pequeña mesa del cuarto, observándola seriamente.

Miku solo rio ternura ante la acostumbrada conversación de pocas palabras que tenían entre ambos siempre que él la visitaba. Cerrando sus ojos unos segundos, le dio un largo trago a su té de jazmín.

–Dicen los viejos ancianos que una tormenta siempre trae malos momentos– dijo con una voz calmada.

–¿Tú crees esas tonterías?

–Yo no juzgaría nada –miro al cielo, cual aún mostraba rastro de la noche– todo puede pasar en un simple parpadeo. En un momento lo tienes todo y al otro lo pierdes.

Él la mira con la ceja arqueada, pero no dijo nada solo bebió de su bebida caliente y observo la mujer en silencio.

[...]

Jueves y viernes junto con un agobiado sábado pasaron volando con el fresco viento de inicios de mayo. Todo era tan...tranquilo.

A pesar de oficializar su relación, nada había cambiado entre ellos, incluso a veces solo parecían un par de viejos amigos de secundaria.

Simplemente ahora poseían un título –lo cual preferían mantenerlo en secreto por ahora–. Pero algo que aún le inquietaba al joven enfermero. Aunque no negaría que le gustaba la idea de ser novios, Keith aún tenía problemas existenciales. ¿Qué pasara después?

Cada vez que se ponía a pensar en su futuro, no se le ocurría nada. No era porque odiaba ser enfermero, al contrario después de años ejerciendo ese trabajo llego a disfrutarlo pero no lo apasionaba al punto de no saber que es en lo que en verdad quería en esta vida.

Aun así solo estaba seguro de una sola cosa, en su futuro solo quiere estar al lado de su ahora novio.

Podía sentir los primeros rayos del sol que se escabullían por la pequeña ventana del baño. Con la canción de <<Shine On You Crazy Diamond de Pink Floyd >> reproduciéndose desde el teléfono del mayor dando una ambiente relajado. Keith recostado en la bañera jugando Candy Crush en su celular (provocando que se escuchara en el lugar los ruidos producidos por este) esperaba a que su novio terminara de rasurar aquella barba.

A pesar que le llego a tener un gusto cuando él besaba su cuello, le excitaba al mismo tiempo que le causaba múltiples risas. Aunque le gustaba no lo admitiría en voz alta, al menos no aun.

–¿Tienes planes para hoy? –pregunto indiferente sin despegar la mirada de la pantalla.

–Iré con Charlotte por suministros y luego a la estación a reunirme con los chicos –respondió el mayor sin despegar la mirada de su reflejo–Hoy no podré ir a recogerte.

–¿Por qué? –pregunto extrañado.

Dejo su celular a un lado y giro a ver al pelirrojo quien con la mitad del mentón llena de espuma de afeitar coloco el rastrillo sobre el borde del lavado y lo miro con seriedad. Aunque esa era su mirada de toda la vida.

|| Afterglow || BF x PicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora