|| Afterglow || BF x Pico

|VEINTIUNO|

|21|Te confieso

Habían pasado ya tres días de lo ocurrido, el huracán se había dispersado en segundo día, dejando a su paso varios desastres y lluvias tranquilas. Keith y Pico seguían sin hablarse. Tal vez era lo mejor para ellos por el momento.

Ambos hombres les dolía y no sabían el por qué si ya estuvieron siete meses sin verse. Justo cuando creyeron que lo suyo fue pasajero el maldito destino les jugaba en contra. Provocando que las noches sin dormir sean cada vez más eternas.

Pico creía que hacia lo correcto en alejarse un momento de todo aquello que le perjudicaba pero se equivocó por desgracia. Las ojeras adornando sus ojos plateados lo delataban pero nadie decía nada ya que el mal humor lo invadía con cada día que pasaba despierto por tanto pensar en aquellos ojos oscuros.Mientras que Keith pensaba una y trataba en las palabras del mayor tras la pequeña discusión que tuvieron, sabía que todo lo que le dijo era cierto que en parte él tenía la mayor culpa. Y dejo que el mayor se fuera sin poderle explicar todo lo sucedido y lo que pasa. Suspiro. Miro la ventana de su costado notando que aun llovía en aquella madrugada de abril. Se sentía extraño volver a esta casa, no había vuelto a pisar los antiguos y desgastado piso de madera del lugar desde que tenía veinte años. Cuando por fin se largó de la casa sin ningún arrepentimiento.

El leve sonido de la puerta siendo tocada llamo su atención.

–Pasa.

La delgada figura de su hermana paso por el umbral de la puerta, tenía puesto su uniforme de trabajo mientras que en sus manos cargaba una bandeja con el desayuno encima.

–Creí que estarías dormido, ¿No te toco el turno de noche?

–No podía dormir –contesto con una apagada sonrisa en sus labios.

La chica soltó un fuerte soplido para después dejar la bandeja sobre una de los muebles, miro a su hermano.

–Keith, ¿Qué pasa entre tú y Pico?

Un leve sonrojó y una cara sorprendida fue la respuesta del mayor quien no sabía que responderle. Desvió la mirada, no se esperaba para nada que Miku le preguntara algo así.

–¿Por qué lo dices?

–Actuaron raro los dos el día que nos quedamos en su casa.

Un quejido salió de los labios del mayor tallo su rostro con fuerza sus manos, se sentó en el borde del colchón viejo y miro a su hermana menor con un lio en su mente. En verdad necesitaba hablar con alguien en esos momentos. Por otro lado la joven solo lo miraba con curiosidad.

–Has notado que Pico y yo siempre estuvimos juntos –comento.

La peli celeste tomo asiento a su lado, parecía estar algo confundida con las palabras del menor.

–Siempre fueron así, desde niños.

–Lo sé pero ahora todo es diferente.

–¿A qué te refieres? –interrogo.

Tomo aire y miro a su hermana.

–Creo que le gusto a Pico.

Un silencio inundo la habitación. Miku no parecía sorprendida es más para ella sonaba algo obvio. Cosa que desconcertó al otro.

–¿Por qué no te sorprende?

–Me esperaba algo así por parte de Pico.

–¿Qué?

–Bueno... como explicarlo –tomo aire y comenzó hablar– Una parte de mi me sorprende que fueras tú y otra ya lo veía venir que Pico le atraiga otro hombre.

–¿Enserio?

La joven asintió de manera calmada.

–Pico siempre fue algo brusco, puede que se deba porque creció en un ambiente militar o algo así –explico colocando su mano derecha en su barbilla– lo veo muy rudo para andar con una mujer, a él se le nota que le atrae las personas fuertes con que pueda actuar sin miedo de ofender o dañar de forma física.

Keith se quedó callado ante la explicación, en cierto punto la joven tenía razón.

–Tal vez por eso se siente tan cómodo estando contigo. Tú siempre le seguías el juego o sabes exactamente como es su actitud sin llegar a ofenderte por ser cortante o por no hablar mucho. Tal vez por eso le gustas.

–Creo que tienes razón.

Se creó un silencio a su alrededor, Miku sabía que su hermano se encontraba totalmente confundido por todo esto de sus sentimientos hacia otro hombre.

–Y ¿Tú que sientes por él? –interrumpió sus pensamientos.

–No estoy seguro –giro su mirada hacia otro punto muerto de la habitación– creí que sentía una simple atracción pero... –se quedó callado unos momentos.

Agacho su mirada mirando sus pies, estaba harto de no definir bien sus sentimientos.

–Creo...que me gusta, Pico –confeso sin mirarla.

–¿Crees? –cuestiono.

–Yo... –suspiro y miro a su hermana.

La joven se sorprendió de ver en sus ojos un miedo genuino. No dijo nada, sabía lo complicado que sería aceptarlo.

–Me gusta, enserio me gusta, Pico.

Desvió de nuevo su mirada y en un leve susurro:

–Pero y no es lo mejor, si, me aterra lo que vaya a pasar entre nosotros. Aparte el sigue molesto conmigo por distanciarnos sin ningún aviso.

Su voz sonaba dolida. Un suspiro tranquilizador salió de los labios de la peli celeste.

–Pico es un buen hombre y tú lo sabes, tarde o temprano su enojo se ira, él nunca se ha enojado tanto contigo, tal vez solo está dolido –dijo en una voz dulce y maternal– Deberías ir hablar con él y explicarle todo.

Keith la miro como un niño pequeño después de ser consolado, la menor revolvió sus cabellos, soltando una linda risa por parte de ella.

–Sea lo que sea que pase siempre te apoyare –mencionó después de quitar su mano.

Le regalo una pequeña sonrisa sincera antes de levantarse de su lugar. A veces ella se comportaba como la hermana mayor o incluso llegando a ser una madre en los momentos que lo necesitaba. Sin aviso ni quejas ambos se abrazaron

–Solo piensa lo que te haga feliz.

Fueron sus últimas palabras para posteriormente desaparecer por donde entro. Cerro la puerta justo después de despedirse con la mano e ir rumbo a su trabajo. Keith se quedó en el mismo lugar, mirando a la nada, perdido por completo en sus pensamientos.

–Tengo que hablar con él –susurro para a si mismo.

Se dejó caer sobre el colchón (provocando que este rechinara un poco). Mirando al techo blanco de la habitación, cerró sus ojos y como si le contara un secreto al viento confeso:

"Me gusta, en verdad me gusta mi mejor amigo"

En verdad dio gran paso, liberándose de la tortura que lo mataba. No podía creer que enserio lo confeso. Pero ya no había vuelta atrás.