|DIECINUEVE|

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|19| Todo cambio

Se quedó parado observando la puerta de cristal de la pequeña terraza del pelirrojo. Todo el trayecto hacia su departamento fue silencioso e incómodo. La única que hablaba era su hermana que intentaba disminuir un poco aquella tención que invadía dentro de la patrulla.

Al bajar el mayor ayudo a la joven a llevar a su madre quien aún se sentía débil por los calmantes. La tormenta los atacaba a tal punto que ni importaba que Miku tenía puesto su impermeable igualmente término completamente mojada. Entraron al departamento en silencio. Dejando a su madre en la habitación sin antes cambiarle de vestimenta, al menos eso hizo la japonesa junto con Cassandra –quien llego con dos cambios de ropa para madre e hija después que el pelirrojo le avisara por mensaje–. Dejando en donde se encontraban ahora.

Keith perdido en las vistas que le daba el lugar, había olvidado como eran estas. Enserio paso mucho tiempo desde que estuvo en este departamento.

Por otro lado Pico fue el primero en darse una pequeña ducha y vestirse con ropa cómoda. Era obvio que no quería estar cercas del peli celeste. Y él no lo culpaba.

Escucho la puerta del dormitorio principal abrirse mostrando la figura de la castaña cuya cabellera figuraba a dos cuernos. La mujer de acento alemán al verlo cruzo sus brazos mientras paseaba por la sala.

Ellos dos nunca hablaron en persona (a pesar de haberse vistos varias veces en la secundaria) solo movían su mano como saludo y ya.

–Tu madre se quedó dormida –comento indiferente la mujer.

–Gracias –agradeció con una diminuta sonrisa.

–No hay de que...

Dudosa si hablar o no del tema, soltó un suspiro y se acercó al joven enfermero.

– ¿Ya has hablado con Pico?

–Él no quiere hablar conmigo.

–Tal vez le tomo de sorpresa tu visita... o le doliera que no le hayas dicho que estabas aquí mientras él se preocupaba por ti.

Era claro que la mujer era muy directa al momento de decir la verdad a alguien. Keith bajo la mirada, no dijo nada. En verdad se sentía mal por todo lo que paso entre ellos.

Abrió la boca para después cerrarla, no sabía que decir o como arreglar todo.

–Solo dale su espacio, pronto se le bajara el enojo, al fin y al cabo eres la única persona con la que no puede enojarse para siempre.

Fue lo último que dijo antes de dirigirse hacia la principal e irse a su departamento, dejándolo de nuevo solo en la habitación.

Saco su teléfono y comenzó a indagar por sus redes sociales como una excusa para no indagar la casa del mayor y volver todo más incómodo.

Todo su plan iba bien hasta que observó un conjunto de ropa doblada en frente de su celular, levanto la mirada y se encontró con la figura del mayor. No había notado cuando llego ahí. Sintió sus mejillas arder por la vergüenza mientras que el contrario trataba de mirar hacia otro lado.

–Toma –dijo serio.

–¿Qué?

Pregunto confundido después de agarrar las prendas. Miro al mayor –quien por cierto se encontraba solo con una toalla rodeada en su cintura–.

–Cámbiate de ropa, te enfermaras por seguir usando la empapada.

Fueron sus últimas palabras antes de abandonar la sala y dirigirse hacia el cuarto de invitados y cerrar la puerta detrás de él. Keith miraba la puerta, su boca se encontraba entre abierta y su corazón comenzaba a latir como loco.

|| Afterglow || BF x PicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora