KELLY
La lección más importante que la vida me enseñó, es que el karma no existe. Da igual si eres una mala o buena persona, cualquiera está expuesto a vivir cosas terribles. Somos demasiado frágiles, y también demasiado tontos al creer que nuestra suerte no es tan horrible como para hacernos parte de una triste estadística.
Si la vida fuera justa, la mala suerte estaría destinada a la gente malvada. Pero, las reglas del universo no parecen diferenciar entre quienes merecen una recompensa y aquellos que deberían obtener un castigo. Casi me hace pensar que hay un defecto en la forma en que funcionamos. Tal vez alguien se equivoca emitiendo sentencias allá arriba. O quizá nuestras vidas están tan entremezcladas que es imposible impartir justicia en una persona sin afectar el destino de las demás.
Cuando desperté en el hospital, con el cuerpo dolorido y parcialmente inmovilizado, no sabía si agradecer o insultar a los doctores por haberme traído de vuelta. Mi pierna derecha estaba destrozada, como una ramita que alguien hubiera quebrado en pedazos desiguales. Cuatro pedazos, para ser exactos. Tenía dos costillas rotas, una lesión en la cadera que me impediría caminar con normalidad y un corte profundo en el rostro que no podría ocultar ni usando todo el maquillaje del mundo.
Sabía que mi aspecto era horrible, que sería horrible para siempre. Jamás volvería a tener una piel tersa y, de ahora en adelante, mi andar estaría marcado por un paso desigual que haría que los desconocidos de las calles miraran atentamente en mi dirección.
Estaba avergonzada de lo que ahora era mi cuerpo. De las cicatrices, la deformación, las limitaciones. De lo que encontraba en el espejo cada vez que era lo bastante valiente como para pararme frente a él. Estaba fuera de mi elemento, sin norte.
Así que, fui egoísta y me enojé con todos. Con papá por haber muerto. Con mamá por prometer que saldríamos de esta. Con Liam por habernos dejado. Con mi hermano por seguir postrado en esa cama cuando todo lo que quería era que viniera a visitarme. Incluso sentí rabia hacia mí misma por haber sido la idiota que se desabrochó el cinturón para echar un sueñecito en la parte trasera de la camioneta.
Qué tonta.
Los sedantes eran mi escape temporal de pensamientos martirizantes. Pero, una vez lúcida, la verdad de lo que nos había ocurrido volvía a llenarme la cabeza. Entonces las preguntas emergían de los rincones más oscuros. ¿Había hecho algo tan terrible para merecer aquella suerte? ¿Acaso mi familia era culpable de nuestra propia desgracia? ¿Nos hizo falta más visitas a la iglesia, más oraciones, más dádivas que expiaran nuestros errores? ¿No se suponía que el mayor logro de una persona debía ser no dañar al prójimo? Estaba segura que jamás habíamos lastimado a alguien, no de un modo consciente ni mucho menos irreversible. ¿Que el mundo no estaba plagado de delincuentes, maleantes y monstruos? ¿Por qué ellos no tenían accidentes? ¿Por qué la vida o Dios o lo que sea que hubiera allá arriba no los castigaba? ¿Por qué precisamente mi familia? ¿Por qué yo?
Me tomó mucho tiempo y esfuerzo ver más allá de lo malo para encontrarle sentido a la vida. Sigues aquí. La frase se convirtió en el mantra que pronunciaba cada mañana durante las duras sesiones de fisioterapia. El ardor en los músculos, el sudor en la espalda y el cansancio extremo eran sensaciones reales que me hacían consciente de mi cuerpo y de las cosas que aún podía hacer.
Si trabajaba duro, lograría volverme más independiente. Un bastón llamaba menos la atención que una andadera o un par de muletas, de modo que puse mi esfuerzo en ello. Aprendí a ser paciente con mi cuerpo y a alegrarme de los pequeños progresos que obtenía al final de la semana. También aprendí a sonreír de nuevo, porque mis sonrisas parecían tener efecto en mamá.
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Miradas al Sol (Destinados II)
RomanceNathalie Everett cree en el amor. El único problema es que no ha tenido suerte encontrando un tipo decente con quien experimentarlo, o al menos uno que no se hurgue la nariz en plena cena. Cameron Holt no cree en el romance. Hay demasiado en juego...