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¡Holi de nuevo calabazas! Antes de empezar, quiero advertirles que este capítulo contiene escenas de abuso sexual. Traté de suavizar la narración todo lo posible, pero al final esto es parte de la trama. Si eres sensible a este tema, por favor omítelo. 


NATHALIE


Habíamos pasado las noches de la última semana juntos. Cameron solía recogerme a la salida de Mochee's y, tras una cena improvisada en el bar de Billy, hacíamos el camino a mi apartamento. A veces charlábamos hasta quedarnos dormidos. A veces nos desvelábamos a causa de los besos y la piel desnuda. Él era insaciable, como una pieza de carbón cuyo calor prevalece entre las brasas aún después de días gélidos y noches con lluvia. Siempre estaba listo para empezar de nuevo, incluso cuando era evidente que yo necesitaba más tiempo para recuperar el aliento.

Me gustaba su paciencia y el hecho de que supiera leerme y escucharme. Los temores que por años me habían paralizado, parecían lejanos en compañía de Cameron. Y no es que él me hubiera curado. Una herida tan profunda no desaparece de la noche a la mañana solo porque te acuestes con alguien. Sin embargo, su serenidad y su genuino interés me mostraban que podía confiar. Que no había nada de malo en detenernos si no estaba lista o si tenía dudas o si, simplemente, no quería. Él lo aceptada sin insistir, sin presionar o hacerme sentir culpable.

Era la primera vez que confiaba tan plenamente en un hombre.

—Quiere decir que están juntos —concluyó el doctor Rieu, sentado en su sillón habitual.

Vacilé.

—La verdad no hemos hablado de una relación. Hay mucho que aún no sé de su vida, del mismo modo en que hay cosas que Cameron tampoco sabe de mí.

—Pero lo quieres.

—Soy de las que piensa que no siempre basta con amar.

—¿Prefieres no darle nombre a lo que tienen?

—Creo que es lo mejor por ahora. Al menos hasta que los dos estemos seguros.

—Es razonable.

Hubo un momento de silencio.

—Quería disculparme con usted —declaré al final—. No fui muy amable la última vez. Sé que intenta ayudarme y lo agradezco.

—No tienes que hacerlo. He recibido insultos en este mismo consultorio y sigo vivo. La gente se exalta y reacciona. Es un comportamiento natural en situaciones que usualmente no son fáciles de afrontar. —Realizó un pausa—. Lo único que lamento es no haber sabido sobre la somatización. Te expusiste a un grado de estrés que tal vez no habías experimentado antes y tu cuerpo lo reflejó.

—¿De allí la fiebre?

Asintió.

—Son trastornos psicógenos. Reacciones físicas a alteraciones emocionales muy poderosas. El miedo, el estrés, la ansiedad... cualquiera o todas pueden ser la causa.

—¿Necesitaré medicación?

—Lo evaluaremos en las siguientes semanas. No quisiera recetarte fármacos para lidiar con tus emociones. Me has dicho que no sufres de insomnio ni tienes pensamientos autodestructivos. A decir verdad, tampoco veo señales de depresión en ti, pero es importante que analicemos las posibles variantes de aquí en adelante. Debes informarme de cualquier síntoma que presentes, sobre todo si sientes que no puedes controlarlo.

Miradas al Sol (Destinados II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora