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NATHALIE


—Entonces, ¿viajarás de nuevo?

Hubo un suspiro al otro lado de la línea.

—Debo hacerlo.

—¿Es por el apartamento? ¿Cerrarás la venta?

Cameron no respondió inmediatamente. Casi pude verlo detrás de su escritorio recostando la cabeza en el respaldo de la silla.

—No tiene nada que ver con el apartamento —dijo al final—. Katherine me acompañará a algunas citas. Serán, como mucho, tres días.

—Oh.

Percibí cierto hermetismo en su respuesta. No sonaba como si estuviera ocultándome algo, sino como si optara por evadir un tema. Probablemente el motivo real de su viaje. En otra ocasión, quizá habría pasado por alto aquella actitud, pero, después de la conversación que tuvimos tan solo un par de días atrás, no podía evitar sentirme un tanto inquieta. No quería volverme paranoica y comenzar a pensar en todas las razones por las que no nos habíamos visto desde entonces. Me asustaba descubrir que tal vez había decidido alejarse de mí por toda la culpa que resurgió en cuanto le confesé lo que ocurrió conmigo en esa fiesta. ¿Y si ya no quería verme? ¿Y si mis palabras no habían bastado para convencerlo de que no había sido su responsabilidad?

—¿Estás ahí?

Di un respingo.

—Sí.

—¿Por qué te quedaste callada?

—No es nada. No te preocupes.

—Ahora estoy preocupado.

Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

—Dime qué está mal —pidíó en un tono suave que me derritió el corazón.

Tomé asiento en el alféizar del gran ventanal que ocupaba la mitad de la pared frontal de Mochee's. Apenas eran las seis de la mañana, por lo que mi entorno de mesas limpias y pisos relucientes se hallaba desierto. Los únicos sonidos que llenaban el espacio eran los de las cacerolas siendo manipuladas por mi padre en la cocina y la voz de mamá tarareando mientras horneaba pan. Últimamente, llegaban antes que yo para poner en marcha el local. Dijeron que querían quitarme el peso de todas las responsabilidades con las que debía cargar. Al principio, me negué porque la mente ocupada siempre me había hecho bien. Pero, poco a poco, he aprendido a dejarlo ir. A no escapar ni romperme la espalda solo para huir o no pensar. La verdad es que no está mal aceptar algo de ayuda cuando la necesitas. Compartir el peso no me hacía más débil; me daba más tiempo para disfrutar de la vida que, hasta hacía poco, era difícil sentir como mía.

—Oye.

—Sigo aquí —respondí.

—Y yo sigo esperando.

Rasqué distraídamente la tela de mi pantalón.

—Estamos bien, ¿cierto? Quiero decir, nada ha cambiado, ¿o sí?

—No.

—Vale.

—Nathalie, la única razón por la que no nos hemos visto es por mi trabajo —argumentó con calma—. Me he distraído mucho contigo, así que tú tienes la culpa.

—No pienso disculparme por eso.

—Yo tampoco.

Sonreí.

—Bueno.

—Nada ha cambiado —reiteró—. Parece que nos queremos y somos exclusivos. Estoy bien con eso. Genial, de hecho.

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⏰ Última actualización: May 01, 2023 ⏰

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Miradas al Sol (Destinados II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora