Capítulo XLIV

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                       ∆∆∆Dylan∆∆∆

Íbamos en mi motocicleta, Chris se sostenía fuertemente de mi abdomen y podía sentir su calor en mi espalda. Estaba tranquilo y feliz, aunque no me había agradado que el novio de su hermana lo viera. Tal vez él no lo entendía pero la vista que regalaba, si bien era bastante adorable, ya que su cabello revuelto y ojos semi-abiertos eran muy lindos, también tenía un aire demasiado sensual, sus piernas descubierta solamente vistiendo unos bóxers negros junto con la camisa de algodón, dejándome ver las pequeñas y escasas pecas que cubrían todo su cuerpo, me provocaban demasiado. Y claro, no dudaba que Joshua, como me había dicho que se llamaba, lo mirara de la misma manera.

Aunque después de hablar con él me di cuenta que tal vez, solo tal vez, no fuera el tipo morboso que creía. Era amable y divertido, aunque también tenía un aire perezoso. Aún no confiaba cien por ciento en él, pero al menos confiaba en que no quisiera hacerle nada a mi Chris.

Llegamos a mi departamento, había planeado pasar la tarde con él ya que la semana anterior no se había podido. Tal vez pedir comida o salir a caminar por un rato. Lo que sea estaba bien, solo quería estar con él y tenerlo entre mis brazos. Toda la semana él estuvo demasiado ocupado que incluso no había podido ir a verme al trabajo, y yo por mi parte tampoco había estado disponible ya que mi turno se había extendido por las vacantes, ya que podría cumplir las ocho horas del turno completo, aunque a veces debía trabajar más. Además de la persistente presión que había tenido por mi padre para que ingresara a la universidad que él quería, ya que no era la que yo tenía planeado.

Me descolocaba un poco no poder ver aunque sea una vez al día a Chris, ya que apenas unas semana atrás lo tenía todo el tiempo junto a mí, ya fuera en la escuela, o en el trabajo, siempre estaba conmigo, aunque no habláramos, aunque no nos tocaramos o hiciéramos contacto visual, con solo saber que uno estaba en el mismo entorno que el otro era suficiente. Pero ahora no era posible. Yo era consciente, lo sabía, la situación no iba a ser la misma aunque lucháramos por mantenerla igual. Pero tal vez no estaba preparado, no sabía el cambio o repercusión que tendría contra mí estado de ánimo.

- Compraste helado? - preguntó Chris apenas se sentó en el sillón frente a la televisión.

- Claro. - reí viendo cómo sus ojos se iluminaban y corría hasta la nevera.

- No es vainilla. - comentó mirando la etiqueta del envase.

- No encontré de ese sabor. Pero compré de fresa. - la fresa era el segundo sabor favorito de Chris.

- Está bien. - se encogió de hombros y abrió el bote empezando a comer con una cuchara.

- Quieres ver algo? - pregunté encendiendo el aire acondicionado para refrescarnos.

- Sabes? Ví una serie, solo el triller, y se ve interesante. - llegué a su lado y me senté.

- Entonces vamos a buscarla. - encendí la televisión y entré a la aplicación para ver series y películas.

Transcurridas un par de horas, donde habíamos cambiado posiciones para acomodarnos en el sillón. Hubo ocaciones en que el pequeño cuerpo de Chris se acomodaba entre mis piernas y yo lo abrazaba por la espalda recargando mi mentón en su hombro, oliendo de cerca su escencia. O momentos donde colocaba mi brazo a lo largo del respaldo del mueble y él se acurrucaba a mi lado mientras seguía comiendo y nos enrrollábamos en la manta que había ido a buscar cuando el aire acondicionado logró ponernos la piel de gallina debido al frío. De vez en cuando compartíamos caricias y pequeños besos que no llegaban a más que leves toqueteos, ya que queríamos aprovechar el momento en convivir y hablar, y si llegábamos más lejos no seríamos capaces de controlarnos, o al menos yo no podría, y terminaríamos haciendo el amor nuevamente. Y aunque eso no me molestaría en lo absoluto, este instante ambos queríamos que fuera más tranquilo. Incluso hablábamos conforme avanzaban los capítulos que veíamos, de vez en cuando olvidabamos al televisor y nos enfrascábamos en una charla profunda donde nuestras opiniones no concordaban y ninguno quería dar su brazo a torcer. Chris por testarudo y yo porque me encantaba verlo inflar sus mejillas y clavarme sus ojos mirándome entusiasmado mientras se explicaba y exponía su argumento. Al final o yo cedía, o simplemente dejábamos el tema y volvíamos a ver la televisión, aunque había ocasiones en las que nos arreglábamos con un dulce y cariñoso beso.

¿Le temes al Amor, o a MÍ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora