Capítulo LIII

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— Qué haces aquí? - interrogó sosteniendo la puerta y mirándome de arriba a abajo.

— Eh... - bajé la vista a mi celular, el cual sostenía en mi mano, para asegurarme de que estaba en el departamento indicado. Y así era, el número que estaba en la puerta era el mismo que Dylan me había dicho. - Dylan me dijo que—

— Christian. - interrumpió una tercera voz, junto con una silueta que se posó detrás de Louis, haciéndolo a un lado y dejándose ver.

— Rian. - saludé cuando abrió más la puerta.

— Pasa. - invitó haciendo que avanzara, cerrando la puerta detrás de mí.

— Gracias por dejarme estar aquí. No sabíamos que sus padres llegarían... - agradecí con una risita nerviosa, pensando en lo incómodo que resultaba todo esto.

— Entiendo, Dylan me lo contó. - asintió tan cortante como solía parecer desde la secundaria. - Actualmente tengo el otro cuarto desocupado, puedes llevar tus cosas para allá. - señaló una de las puertas que estaban en un costado.

Observé y me fijé que solamente habían dos habitaciones, una de Rian, la otra que yo ocuparía y...

Porqué Louis estaba en ropa interior?

Traté de disimular mi mirada curiosa, intentando no parecer tan entrometido como para cuestionar qué estaba ocurriendo. Y porqué el no paraba de observarme de mala manera, mientras que intercalaba la mirada con Rian, quien parecía ignorante de la clara molestia que lo recorría.

— Gracias. - asentí y tomé la pequeña maleta que había llevado para pasar los días siguientes.

Me encaminé a la puerta indicada y me metí cerrando la puerta, y tratando de hacer oídos sordos a las múltiples quejas y reclamos que fui capaz de oír del rubio hacía Rian, objetando evidentemente mi presencia en ese lugar.

Sí bueno, sería un par de días bastante largos...

                            ∆∆∆Dylan∆∆∆

— No, mamá. Puedo ir a recogerlos, de verdad. - insistía, sosteniendo el móvil con una mano mientras que con la otra trataba de estacionarme en alguna acera.

— "No te preocupes, cariño." - habló para "tranquilizarme". Lo que no sabía era que, si bien me gustaría asegurarme que su regreso a la ciudad fuera lo más cómodo posible para ellos, tampoco quería que llegaran al departamento.

Tenía un plan, y ese era intentar hacerlos desviar la atención mientras los llevaba de paseo a algún lugar, hacer que las horas pasarán rápido y, así, cuando fuera de noche se vieran obligados a ir a su casa, sin tener tiempo para ir al departamento. De esa forma, podía decirle a Chris que volviera sin preocupaciones. Pero esta tarea se estaba volviendo más difícil que lo que había previsto.

— "Aunque ya tenga un año, aún sabemos movernos en la ciudad." - habló con gusto. - "Mantente tranquilo, nosotros iremos a visitarte." - y sí, bueno, mis nervios estaban a flor de piel.

No quería que invadieran de esa forma nuestro departamento, ya que seguramente esté aún conservaba todas las feromonas y escencia de Chris, que se fueron durante todos los días y meses que había pasado ahí. A pesar de que había sido bastante cuidadoso en airear el lugar y esparcir algún aromatizante, no podía garantizar que ellos no se darían cuenta.

— No, no, no. Yo los iré a buscar. Avisen cuando el avión aterrice y yo— repuse, pero me interrumpió soltando un suspiro un poco desalentado.

— "Bueno, cariño." - inició. - "La verdad era que queríamos sorprenderte." - dijo y algo en mí se llenó de temor. - "Pero al ver que insistes tanto pues..." - calló y sentí mi corazón latir de prisa. - "Ya estamos bajando del Taxi, subiremos en seguida." - finalizó, soltando una pequeña risa.

¿Le temes al Amor, o a MÍ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora