Capítulo LIV

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                         ∆∆∆Dylan∆∆∆

— Y, cuéntame, es una alfa? - preguntó mi padre, codeando mi costado de manera pícara. Haciéndome tragar saliva pensando en cuál sería mi respuesta, ya que también conocía claramente el repudio de ambos por los omegas. Pero en algún momento debía de confesar todo, así que seguramente sería mejor si comenzaba a mentalizarlos un poco.

— Eh, no. Es Omega. - dije y al instante sus dos miradas se dirigeron a mí.

— Omega? - repitió mi madre abriendo mucho los ojos y removiéndose en su sitio bastante incómoda. Asentí y pude ver cómo una mueca se creaba en sus labios. - Cielos. - desvió la vista y negó levemente. - Entonces, es una de tus aventuritas, no cariño? - acercó su mano a mi mejilla tratando de obtener alguna respuesta afirmativa mía.

— No, repito que voy muy enserio en esta relación. - hablé haciendo que su mano se retire como si mi piel le quemara.

— Relación? Ya son novios acaso? - intervino el mayor, acomodándose en el sofá individual que se encontraba en la sala.

— Sí. - mi padre mostró una sonrisa, palmeando mi espalda pareciendo orgulloso.

— Me parece muy bien. Ya estás tomando formalidad. - aplaudió, recibiendo una mirada penetrante y severa de mi madre, haciendo que su sonrisa se vuelva poco a poco en una mueca no tan a gusto. - Aunque, debemos admitir que esta solo es una relación pasajera. - rió y pude comprender lo que quería decirme. Y, sinceramente, comenzaba a hartarme.

— No, yo sí veo un futuro con esta persona. - contradije frunciendo un poco el ceño, sintiéndome frustrado de que ni siquiera en esto me dejen decidir libremente.

— Sí, bueno. Pero no estarán pensando en matrimonio, todavía. - habló esta vez mi mamá, haciendo que dirija mi vista hacia ella.

— Quiero casarme. - solté sintiendo cómo sus ojos parecían atravesarme. Manteniéndonos en silencio, uno que se volvió bastante tenso. Hasta que ella tomó aire y exclamó.

— Pero no puedes casarte con una Omega! - regañó severamente, negándose rotundamente a aceptar mi deseo.

— Pero yo de verdad quiero casarme con... Con ella. - titubié tragando saliva sonoramente, sabiendo que en algún momento debíamos de resolver esto, pero era demasiado difícil intentar hablar con ellos.

— Solo estás enamorado. - habló él, como si esa palabra fuera solo una broma. - Se te pasará después de unos meses. - hizo un gesto con la mano quitándole importancia.

— Que no, hemos estado juntos por varios meses. - confesé, aunque la verdad era que ya habíamos pasado el año de relación, incluso nos acercábamos al segundo aniversario.

— Y, por qué no lo habías dicho? - interrogó llevando para atrás su largo cabello, estaba desesperada solo porque no seguía sus órdenes. - Olvídalo, no quiero saberlo. - cortó antes de que pudiera abrir la boca para defenderme. - Solo, termina eso, y consigue a una alfa, por Dios. - indicó frustrada, dejándome incrédulo por oír sus egoístas e insensibles palabras. Me dolía, ya que era mi propia madre la que me decía aquello.

— Cómo puedes decirlo así nada más? - me arriesgué a enfrentarla, a pesar del punzón que comenzaba a sentir en mi pecho debido a la impotencia y tristeza que me daba escucharla. - Te estoy diciendo que amo a esa persona, significa mucho para mí. - dije sintiendo ganas de llorar y mi cabeza doler, pero sabía que tampoco podía soltar ni una lágrima, ya que me llamarían débil y todo empeoraría. - Y tú la ves como un objeto que puedo desechar. - cuidé dirigirme a aquella "chica" de la manera indicada, debido a que aún no estaba preparado para enfrentar sus comentarios homofóbicos y desatar una pelea demasiado grande que no sabía si sería capaz de ganar.

¿Le temes al Amor, o a MÍ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora