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Ya todo estaba bien, mis bebés habían completado su tiempo en incubadora sin que su condición empeorará, las cosas más o menos se había arreglado con con el padre de Adrien y Kagami, bueno, ella ya no había vuelto para joder ni a mí ni a Adrien, por fin podía respirar con tranquilidad.

Incliné mi cabeza hacia un costado de mí, observaba la mujer que se reflejaba en el espejo, no podía creer que esa fuera yo.

Pero sí, sí que lo era.

El encaje blanco decoraba la piel palida de mis brazos, formando múltiples figuras que se extendían desde mis hombros y clavículas hasta mis manos, en el centro de mi pecho daba la forma de un corazón.

Sonreí a más no poder, creo que nunca en mi vida había sonreído tanto como ese tarde.

Mi pelo recogido en una preciosa trenza de raíz decorada con pequeñas decoraciones en tonalidades de blanco y entrelazadas con mi cabello, haciendo juego con el vestido que mi madre, Emilie y Chloé habían ayudado a elegir y que me quedaba palabra de honor. Mi pecho se realzaba por el escote y se apegaban a mi cintura, el detalle de la pedrería en forma de pequeñísimas flores, la elección del vestido cada vez me enamoraba más, la falda se ajustaban perfectamente a mis caderas, se abría en vuelo desde mis rodillas hasta tocar el suelo, dejando al arrastre la cola del vestido algo larga que terminada en un medio círculo.

No podía creer que el día por fin había llegado, y dentro de unos cuantos minutos caminaría en el altar hacía Adrien, por fin nuestras vidas quedarían unidas por el matrimonio.

-Wow...- Le voz de mi madre hizo que me girara para poder mirarla a la cara con una gran sonrisa en mis labios.

Sus grandes ojos abiertos de par en par, su boca semi abierta y en sus brazos a mi pequeño Hugo de tan solo tres meses, con un hermoso trajecito en color negro.

-Sí, wow...- Emilie me sonrió desde el marco de la puerta, viéndose tan elegante como siempre lo hacía con su vestido color champagne, dejando sus hombros al descubierto.-Estas bellísima querida, ese vestido de verdad que se te luce al cuerpo.

El lloriqueo del pequeño Louis, quien traía en los brazos Emilie captó mi total atención, empezaba a despertar de su siesta por la tarde.

-¿Ustedes lo creen?.- Emilie me sonrió desde el marco de la puerta del jardín de eventos y volví a girarme para verme de nuevo en el espejo.

Los nervios estaban presentes en mi estómago desde ayer en la noche que habían aparecido, creo que no fuí lo suficientemente consciente como para asimilar la noticia hasta ahora que estaba a minutos.

-¡Oh por Dios!, Estoy segura que en cuanto te vea Adrien, ni siquiera va a dejar que la ceremonia empiece.- Félix entró a la habitación y se aproximó hasta mí, y poniendo sus manos cuidadosamente en mis hombros volvió hablar.-En cuánto te acerques a él va a querer pasar directo a la noche de bodas, estoy seguro de eso.

-¡Félix, por favor!.- Emilie regaño a su hijo.

-¿Qué?...- Alzó sus hombros.-Yo no estoy mintiendo, no por nada ahora están aquí mis dos sobrinos.- Señaló a mis bebés.

Mi madre solo rió y luego se le unió Félix, Emilie y a lo último yo.

-Shhh, shhh.- Emilie arrulló entre sus brazos a Louis quien emepezaba a removerse incómodo.-No tines nada de que preocuparte cariño, no dejaré que Adrien arruine tu día especial. No hemos tardado horas poniéndonos guapas para que todo se vaya al traste.

Mi madre rompió en risa mientras yo limpiaba el rastro de lágrima que intentaba salir por mi ojo por la risa para que así el maquillaje no se viera arruinado.

||+⑱ᴀᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ|| 𝐹𝑈𝐶𝐾𝐼𝑁𝐺 𝐿𝑂𝑉𝐸 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora